miércoles, 31 de enero de 2018

#64

No sé cuántas hojas han caído de los árboles desde que no escribo nada, porque dejé de contarlas una a una desde el día en el que me cogiste de la mano por primera vez.

Quizá desde entonces el bosque de mis ojos se ha vuelto grande y perenne: de vez en cuando cae alguna rama muerta, alguna hoja cansada... Sobre todo cuando lo mueve con fuerza el vendaval de la vida.

Pero qué quieres que te diga, pequeña ardilla que nació en la madera desnuda y helada y decidió quedarse, si de aquel animalito al que sonreía pasaste a tejer con tus suaves manos la vida que ahora crece en mi interior.