jueves, 22 de mayo de 2014

#18

Ella le enseña una foto de su infancia.
- Yo era así. Era mona ¿eh? De pequeña era una monada de chica, era como achuchable. Eso, para mi familia. Desde pequeña he sido la muchacha marginada.  Me he pasado, sinceramente, la vida detrás de mis "amigas". Para ser yo un poco... Popular es una palabra muy fuerte. Para que el mundo notara que estaba yo allí, para que me mirasen... Por lo menos. Desde parvulitos estuve encaprichada de un muchacho el cual estaba encaprichado de la pija de la clase, y no me hacía ni caso. Pasaba de mí, incluso me insultaba. Y, claro, él tenía a su panda de amigos que le respaldaban. Yo, ¿qué tenía? Lavabos en los que llorar, ja, qué triste. Todos los recreos, detrás de la gente. "Kimiko, se me ha olvidado el bocadillo en clase, ¿podrías traérmelo?" Claro. Yo iba a clase y le daba su bocadillo, porque él estaba jugando al fútbol. "Kimiko, ve a decirle al señor Hitaki no se qué" Claro. Yo iba a decirle al señor Hitaki no se qué, porque ella estaba ocupada. ¿La culpa? Mía. Decirle: "Ve tú" Pero, claro, me quedaría no sola, sino, me convertiría en algo repugnante para la sociedad del patio: sola, sin amigos, y con mala leche. Yo no quería eso. Mi alma sólo pedía a gritos un poco de amistad. Con el tiempo logré convencerme a mí misma de que eso no existía, de que la amistad es un timo. Siempre te apuñalan por la espalda. La chica con la que salimos la primera vez, le cuentas algo, lo que sea, y ya lo sabe toda la villa. El chico que te conté la otra vez, después de un beso, vacío, nada, soledad de nuevo. Eso no está bien, y lo digo yo, que siempre he sido una mandada, haciendo lo que me pedían, siendo una sirvienta… Para luego, encontrar vacío y soledad. Yo le dejaba mis colores a todo el mundo, pero nadie quería dejarme sus tijeras: "Las estoy utilizando" Y, les quedaba aún para empezar, o ya habían terminado simplemente. Esas cosas me hicieron pensar que yo era un absurdo monstruo. Llegué hasta el punto de hundirme tanto que me leí Frankenstein, y eso fue la gota que colmó el vaso.

Aquel monstruo feo al que nadie quería, en realidad tenía buen corazón.
Pensaba ¿y esa soy yo? ¿Soy yo la macabra creación de Víctor Frankenstein? Hubo un tiempo en que me negué totalmente a aceptar eso, seguía intentando hacer amigos. Soy simpática, tú lo has dicho… Pero ¿es eso lo que quiere la gente? No. Por eso te tengo sólo a ti, por así decirlo. Los humanos son absurdos. La pija de la clase no tenía ni 2 dedos de frente, era yo la que sacaba todo sobresaliente. Nadie se fijaba en mí, todo el mundo iba a por ella. Yo era la que les recogía las babas y la que estaba allí cuando lloraban. Yo era la de "Free Hugs". Los demás se aprovechaban vilmente de mí, y yo me dejaba aprovechar, porque cada "Free Hug" valía mucho para mí, aunque fuese mentira. Tenía en mis brazos una vida, un ser humano, alguien capaz de amar. ¿Por qué no era mi amigo? ¿Por qué sólo me quería para eso? Cuando se les pasaba el berrinche, se ponían a jugar, y me volvían a dejar sola… Y yo volvía al servicio... Hasta que sonaba la campana. Por fuera, querido amigo, por fuera, mira qué guapa y simpática soy. Pero estoy totalmente rota por dentro. Me paso noches enteras llorando. Necesito algo, algo, alguien que cubra esos años rotos y sucios, algo, algo, alguien que pueda darme abrazos de verdad, alguien que sepa quererme, alguien que me quiera por lo que soy, por las buenas notas que saco. Alguien que me quiera, simplemente. Mira, si yo no tuviera esta familia que tengo -amo a mi madre, es la mejor del mundo, ella es la de “Free Hugs” siempre que necesitas y yo se los gasto todos-, probablemente, me hubiera suicidado ya. Me duele mucho, por dentro. A nadie le cuento nada, no salgo de mi casa nunca... 
Soy... Soy un asqueroso ser olvidado. Y, probablemente, seguiré olvidado. Seguiré con esa sonrisa en la cara. Siempre. Para siempre. No la quitaré nunca. A ver si alguna vez se acerca alguien y tiene la buena bondad, el corazón tan puro de acercarse a mirar cómo estoy y a curarme por dentro.