miércoles, 28 de mayo de 2014

#19

- Mira ¿y esto? -me quedé un momento callada con los labios posados en el micrófono, y mandé a mi personaje recoger el pergamino que estaba tirado en el suelo. La cueva era tan oscura que no sabía si en él había algo escrito, así que levanté la mirada para localizar a mi compañero, que tenía la antorcha.
- ¿Qué es? -me preguntó, a lo lejos.
- Es una nota... No leo lo que pone, ¿puedes acercar la luz?
En seguida vino corriendo, y le tendí la nota. Comenzó a leerla:


"Y ¿qué nos queda de aquello que un día fue y ya no ha vuelto más a ser? Aquí, con cada uno, solo queda la experiencia.
La experiencia que repta por las paredes de la consciencia, atenta, abstracta, invisible, caótica, que nos muerde y nos acecha en cada brisa de nuestra vida.
Puesto, ¿qué nos queda de aquello que es y que algún día ya no será nunca más? Aquí, con cada uno, solo queda la experiencia.
La experiencia que aprende de los libros del tiempo, lenta pero inexorablemente, gólem de cristal y acero, que se cae, se rompe, pero nunca del todo. Una de esas cartas que se guardan bajo llave en los baúles raídos del alma.
Entonces, ¿qué nos quedará de aquello que será y nunca dejará de ser? Aquí, con cada uno solo queda..."

Y en ese momento paró de leer. Yo no había entendido muy bien lo que decía el texto, pero sabía que necesitaba saber el final de esa última frase, y me quedé mirando a mi compañero sin comprender, hasta que él resbaló la mirada hacia mí con una expresión vacía. Lo único que pudo decir fue:
- Lo que continúa es totalmente ilegible...