miércoles, 30 de diciembre de 2015

Sonata de fin de año: 2015

Se acerca el final de otro año, y nosotros lo vemos y abrimos la puerta de la ilusión dejándolo pasar detrás de la esperanza.
Me han ocurrido tantas cosas que seguramente no seré capaz de enumerar, así que me dedicaré a nombrar lo principal y más importante: las personas.

Comienzo, cómo no, por la Universidad:
A mis chicos Murty, Pablo y Víctor, que me han aguantado durante todo este año y parte del pasado día a día en clase y en algunas ocasiones, fuera de ella; por responder todas mis infinitas preguntas sobre videojuegos y por recomendarme algunos de los que a día de hoy estoy enamorada.
A las niñas: Rú, Lydia y Clara (mi Almendra); porque algún tipo de amistad preciosa está creciendo entre nosotras, y que para mí, ya sabéis, que es muy especial.
A mi chica favorita con la que estoy casada una vez y divorciada diez, Alfonsa. A ti ya te agradecí todo en su momento, así que es un poco inútil volver a repetirlo. Eres demasiado buena y lo sabes, espero que tengas siempre absolutamente todo lo que quieras porque te lo mereces, eso y más.
A mi hermanito mayor Mig, quien me ayuda con cada problema que tengo y soporta mis lloriqueos en el LoL (y fuera de él). Te prometo que este año juego contigo al Heroes.

También nombrar a las personas del grupo de Mig con las que he compartido algunos momentos divertidos como Zwitter (me debes cerveza), Marcos, Joaquín (ooooh...), Pozo, Sergio...

A Diego, por estar tan mal de la cabeza, ayudarme si lo necesitaba, acompañarme algún que otro día en la ALU...
... Y por el huevo de Star Wars.

A mis bilingües de 2ºA por estar conmigo durante este año y medio, especialmente a Ángel: parece que detrás de esos ojos azules se esconde un alma bonita; y a Luismi: ¿¡por qué no te veo tanto este año!? ):< 
Chicos, juntos somos imparables.

A Mario y a Irene, los dos juntitos. Mario por hacerme tanto reír e Irene por, bueno. Ser Irene. Por las agradables noches en el LoL, las cenas y las conversaciones infinitas.

A la Excelentísima e Ilustrísima Residencia Universitaria José Maestro, concretamente al Im(pro)perio. María, Anabel, Irene, Carlos, Diego, Javis, Fernando, Alberto, Andrés, Nacho, Lorenzo, Rubén... Gracias por acercaros a mí, y cómo no, por esa preciosa fiesta de cumpleaños.

También al grupo literario Pluma y tinta que ha nacido en Ciudad Real hace poco más de un mes, y al que todo al que le guste escribir o leer está invitado.


I'd love to name Akhil and Quang aswell. Both, always so sweetheart and kind. Cheers with University, guys! Thanks for make me laugh that hard!

Y por último, a toda la gente que he conocido este año pero con la que desgraciadamente nunca vuelvo a coincidir. Estoy deseando volver a veros.


Fuera de las personas nuevas que han nacido, me encantaría dar las gracias a las que ya existían:

A Alberto, a Sherman, un pequeño gran tanque. Eres lo mejor que tengo en Puertollano, en serio. Me quito el sombrero por estos 6, casi 7 años de amistad. Eres increíble.

Por supuesto, a la pequeña gran familia Vivamos las Letras. Siento muchísimo no haber podido acompañaros estos meses tanto como me hubiera gustado.

Aux petits français: Thomas, Godofredo (mon frère), Dylan, Bobby et ouais, pourquoi pas, Léo. Pour tous les ARAM.

A mi familia, por aceptar ciertas decisiones tomadas por mí en estos últimos meses y por estar absolutamente siempre aquí.


En definitiva, gracias a cada persona que para bien ha venido este año a tocar mi vida. Habéis sido todos maravillosos, y espero de corazón que este que viene, siga así o incluso mejor. 

Un abrazo para vosotros desde la otra pantalla, pero de esos que llevan sonrisa.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

#53

No sé si te has dado cuenta de que desde hace ya algún tiempo tus suspiros pasan por mi cabeza antes de rozar el aire y mis mejillas deciden saltarse todo protocolo para sonrojarse cuando oigo el tintineo de tus manos cerca de mí.

¡Me encanta tanto hacerte reír! Me hace sentir bien, relajada y satisfecha. ¡Es mi misión! Que no estés nunca mal, pero ¿qué decir de ti, sin embargo? Eres tan impasible y quieto como la almohada que espera recibir el calor de las cansadas ideas de una persona. Raras veces obtengo un elogio tuyo, solo miradas de socorro de aquel corazón al que no dejas salir.

"¿Qué le hago, qué le hago?", me pregunto cada día, y ¡por fin tengo la respuesta!
No, no sé si lo sabes pero nadie tiene tu olor, tu extraña forma de abrazar, de caminar, tu tacto... Tu sonrisa.

Pero ¿sabes qué?
La sonrisa de alguien tampoco la tienes tú.

Hasta aquí el fin de los días pensados,
los que nunca existieron.

martes, 22 de diciembre de 2015

Una piedra en el cielo

Me siento sola. A veces me siento sola, pero no entiendo por qué.
Estoy rodeada de gente, pero cierro los ojos y no siento a nadie.
Es posible que necesite un poquito de cariño, pero ¿a qué precio? ¿A quién molestar para satisfacerme a mí misma? No hay nadie, cierro los ojos y no quedan estrellas en la bóveda de mis párpados... Se han apagado.
Pero espera... ¿Estuvieron encendidas alguna vez?

Me siento sola a pesar de no estarlo. Es como una piedra enorme que cargo cada día en la espalda. La gente buena que me rodea me anima a llevarla, así que yo sonrío y esbozo esa preciosa carita de "todo va bien" con un lápiz para poder borrarla después y dejar de fingir.
La piedra pesa por la ausencia de estrellas.

Cada día se va haciendo más y más grande. Es cierto que hay veces, cierta(s) persona(s) consigue(n) que me olvide de ella por algún tiempo... Pero es como estar ebria, cuando vuelvo en mí la realidad me golpea con su gran mazo de la vida y la piedra vuelve a mis hombros.
¿Es eso? ¿Es por estar viva? ¿Lo estoy? Al no ver a nadie cerrados los ojos, me pienso muerta.

Qué tontería, ¿verdad? Sentirse sola rodeada de personas todos los días. Coger el teléfono y hablar con ellas, mirar por la ventana y verlas.

Qué tontería, ¿verdad?

Pero dime, ¿dónde están mis estrellas?

jueves, 10 de diciembre de 2015

Feliz Cumpleaños ft @LeJuan_

No es nada extraño
Aunque a veces los caminos se desvían
Ver pasar nuestros días
Como pasan nuestros años
La vida a veces nos da pereza.
Pero ante todo quiero que sonrías
Al igual que eras una estrella que Lucía
Hoy brillas con más fuerza.
Sendero que conduce al extraño
Idea con demasiada utopía.
Argumentos que no suenan al contrario.
Pudieron pero no quisieron pararnos
Así que mejor que disfrutes de tu día.
¡Lucía, feliz cumpleaños!

Juan Boland
Twitter: @LeJuan_

martes, 1 de diciembre de 2015

#52

Soy el soplo de aire que empuja cansadas espaldas,
aquel pensamiento fugaz que en la guerra alienta almas,
la madre que cuando lloras te abraza,
las sábanas que sujetan tus penas cada noche.

Soy la brisa de las mañanas,
la sonrisa etérea de la vida y
la musa de la misma muerte,
la llama de la verde esperanza.

También soy aquel adiós bien dicho,
la historia que se escribió con suspiros,
un par de ojos más en el nocturno camino,
la mentira más dulce.

Y me encantaría ser
todo eso y más, pero
dile, voz del viento, a la gente,
que se deje querer y ayudar.



La imagen NO es mía. La he sacado de:



domingo, 29 de noviembre de 2015

Rapidez, soledad y lentitud

Fue todo muy rápido. ¡Lo éramos tanto, en todo! Con qué facilidad me enamoré de ti, de tus brazos y tus manos, de tu desorientado corazón.
Fuiste tan rápido al recogerme del regazo de la soledad, ¡y fue tan rápida mi reacción! Apoyé mi mejilla sobre tu pecho y bebí de sus latidos. Día a día, cálidamente, tus manos recogían las mías, tus labios rodeaban mis mejillas y tus abrazos besaban mi corazón.
Con qué rapidez se aprendió la luna tu nombre, qué rápido decidimos amarnos el uno al otro ante su tímida mirada.

Fue tan increíble, que fíjate, llegué a pensar que solo tú podrías seguir enseñándome a aliviar el sufrimiento que supone vivir.

Pasó el tiempo con tal velocidad que parecía un haz de luz entrando en una habitación. ¡Fuiste tan rápido en prometerme el mundo entero!, con qué rapidez te echaba de menos... ¡Con qué rapidez venías a buscarme! Mis manos eran las más veloces en palparte en la oscuridad, soledad y frío de las sábanas.

Qué rápido me devolviste a la vida, me recordaste a qué olía el amor, ¡las mil risas que devolviste a mi rostro!

Sin embargo, qué rápido dijiste adiós aquella mañana, qué rápido se paró mi pecho. Con qué velocidad se esfumó mi recién reconstruida confianza... Como si en vez de cemento hubiese intentado pegar los ladrillos con los suspiros que dejaste pasar.
Qué rápido se derrumbó todo mi mundo, en ¿qué fueron, tres segundos?

Y qué rápido te has curado.

Con qué velocidad has encontrado otro camino, otra persona, otro corazón al que murmurar versos por la noche.

Y qué lento se ha pasado todo este tiempo sin ti, amigo mío, con qué lentitud desperté y abrí los ojos y qué rápidamente se me empañaron de lágrimas de impotencia.
¡Qué rápido entonces me di cuenta de tu gran mentira!
¡Qué lento latía mi corazón, arropado por ti!
¡Qué rápido cambiaste, y fui tan lenta que ni lo advertí!

Y con vagueza la rabia y la frustración llamaron a mi puerta. Me levanté despacio del sillón pero no abrí. Qué más daría, si se fue cubriendo de hielo tu corazón tan lentamente que no terminaba de sentir tu frío.
Culpa mía fue.
Qué despacio viaja el tiempo cuando estás rota, el caracol que nunca avanza, la esperanza de vida de un cadáver.
La lentitud de los latidos de un pecho roto en pedazos tantas veces que ni se podrían contar.
¡Y fue mía la culpa, solo mía! ¡Lo sé!

Y ahora saco el cascarón que cubría mi corazón, lo guardo en una caja y vuelvo lentamente a mi pequeño mundo interior.
Y ahora, bajo las sosegadas miradas de los necios, me pregunto:

"Se rompen tan fácilmente... ¿Qué hay que hacer para arreglarlos?"

lunes, 16 de noviembre de 2015

#51

No, no tenía que haberse quedado contigo, no tiene ningún derecho a apartarme tanto de ti... Y no lo entiendo. Después de todo lo que te sueño, cuido, quiero... ¿Para qué? Para que ella siga disfrutando de tu alma y cuerpo cada segundo de mi vida, de la tuya. Para que lo que haga no sirva de nada. 

Te tiene para ella sola en una burbuja de jabón blanco. ¿Por qué te seduce tanto? Quizá sea su infinita labia que te repite una y otra vez que no estarás mejor con nadie sino con ella, que llena todo tu ser, que no necesitas nada más.

Me muero de celos al pensar que por la noche, cuando te acuestas, ella ya te espera en la cama, que te abraza por detrás hasta que te quedas dormido y se queda velando por tu sueño con dulzura. Y que, probablemente, te ahogue en besos cuando te despiertas.

Y me ahogo yo por dentro un poquito más cuando pienso que, seguramente, entre las dudas de tu cabeza, su recuerdo pasa por tu pecho como un relámpago, y sonríes aliviado por su existencia.

Qué rabia no ser yo ella, qué rabia no poder gritarle a la cara, pedirle que te libere, que se vaya, que se esfume, que desaparezca. Para al menos darme una oportunidad...

Te tiene tan fácilmente, tan atado, ¡y no te das ni cuenta! ¿Cuánto tiempo llevas con ella? Más del que yo pueda imaginar. 
¿No te duele? ¿No te cansas? 
Ven...
No deseo herirte diciéndote esto, pero creo que te mereces a alguien mejor que la soledad.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Noviembre

¿Qué te ocurre, Noviembre?
¿Por qué estás tan triste?
¿No será que tu frío viene
a quedarse con todo lo que viste?

¿Qué te pasa, Noviembre?
¿Por qué estás decaído?
¿No serán tus arbustos,
que desnudos habitan el olvido?

¿Qué está mal, Noviembre,
por qué lloras nieve?
¿No serán tus calles vacías
de risas, sueños y gente?



miércoles, 11 de noviembre de 2015

- Se busca -

-SE BUSCA-


Una luciérnaga fuera del tarro que ilumine mi camino. Un herido al que salvar al borde de la misma muerte, el susurro del mar en el lóbulo de la oreja de un sordo. 
También un oasis en medio del desierto, la flor de loto en las piernas de buda, una caricia en la cama, la carpeta de sinfonías de Beethoven... Una luz en la cara oculta de la luna. 
Necesito un amigo, un amo, un compañero de viaje. El hada que habita en las cabezas de todos los locos. 
La vuelta a la niñez más tierna,
el cuchillo que trae la peor muerte. 
Un todo en medio de la Nada, lo absoluto, un átomo de Carbono.  

Busco la calma infinita tras el dolor. 
La aguja del cirujano para coser mi corazón. 
Aun buscando todo esto, dime,
¿vienes conmigo?
 


domingo, 8 de noviembre de 2015

#50

Sabes, escribo esto en medio de una de esas crisis en las que no te echo de menos, pero te necesito aquí. No te necesito a ti, pero te necesito. Hay tantas, tantas cosas perdidas… Todo lo que ya no va a volver.

Y no, no te estoy llorando a ti, 
le estoy llorando a quien sea que me ha quitado de tu camino.
Estoy llorándole al destino
porque tú ahora ya no estás aquí.

Te echo tanto en falta, y a la vez me importas tan poco…

No lo sé. Todo esto es muy confuso, porque no te quiero, no te quiero. Pero me haces tanta, tanta falta… Tus labios y tus manos. Tus abrazos.
¡Tú no!

No lo sé. Porque no te quiero. De verdad, no te quiero. Hace mucho que dejé eso atrás, pero si no te quiero, ¿por qué estoy tan triste? ¿Por qué araño las paredes pensando que te necesito? ¿Por qué me vienen los recuerdos a la mente una y otra vez? 

No lo sé. ¿Por qué este vacío, por qué…? Tantos pedacitos rotos, mil y un trozos de cristal. ¿Por qué me lo arrancaste y lo tiraste al suelo de esa forma? Quizá esté arañando las paredes porque no los encuentro. Trocitos de mi corazón. Quizá por eso no te quiero y estoy así, porque no te quiero a ti, ¡los quiero a ellos! Pero no están por ningún lado.
No los encuentro.
¿Por qué tuviste que tirarlos así…?

Se han escondido de mí. 
De ti.


(Escrito sin corregir. Nunca se corregirá.)

viernes, 6 de noviembre de 2015

Besos

¿Recuerdas esos besos tuyos? De los de…
- Oye, ¿me das un beso?
Y tú te aproximabas e intentabas dármelo, pero yo me apartaba y te decía, mirándote a los ojos:
- No. Quiero un beso de los tuyos, no un beso normal.
Entonces te volvías a acercar, pero mucho más despacio, cerrando poco a poco los ojos, agarrándome con suavidad… Y dejabas que te respirase, que te sintiese, hasta que tus labios rozaban los míos con tanta ternura…
Eran los momentos más mágicos con los que nunca más he podido volver a soñar. Esos besos que, ¿te acuerdas?, apenas rozaban mis labios. Solo lo mínimo para enamorarme. Y sin embargo, para mí, eran los mejores besos que nadie me podía dar. 
Y que nadie podrá jamás.

domingo, 1 de noviembre de 2015

#49

Todo el mundo encuentra su sitio. Ya sea aquí, mañana, dentro de un año, de dos, una década. O ayer, y no te diste cuenta. Todos estamos perdidos, hasta que de repente alguien nos encuentra. Y después de darle las gracias ese alguien puede decir que también lo han encontrado, que ya no está solo. Igual que tú.

Encuentra tu camino y síguelo. Ningún paraje de este mundo está nunca desierto: siempre hay alguien lamentándose, sonriendo, llorando, saltando de alegría o simplemente detenido mirando las estrellas; pero siempre, en cada valle, en cada montaña o cada pantano siempre hay alguien esperándote. Quizá un simple “hola”, una conversación monótona… O no. Quizá se atreva a decirte que está buscando a alguien él también, y que ha llegado a parar a este camino después de haber elegido muchos otros, como en un laberinto.

Si ya has encontrado alguien antes en ese callejón, que es la vida, seguro que encuentras a alguien más. Porque las decisiones que tú estás tomando, todo lo que estás viviendo, ya se ha vivido antes. Tú solo lo estás repitiendo. Y quien quiera que ya lo haya vivido, que se haya quedado atascado en alguna esquina, en algún valle, montaña, pantano, está esperando que la persona que haya cogido exactamente su mismo camino, vaya allí y le tienda una mano.

sábado, 24 de octubre de 2015

#48

¿Nunca te han dicho
que tus ojos dibujan océanos
en las bocas de aquellos
que ansían ver el mar?

¿Que la brisa de tus manos
es capaz de asesinar la oscuridad a cosquillas
y que el ruido de tu risa
solo es comparable
al de los suspiros de tu corazón?

¿Que en tu pecho se han librado
mil batallas,
en las que solo tú salías victorioso
y te declarabas culpable
a los labios que pedían de ti?

¿Tampoco te han mencionado
que tus caricias poseen la habilidad
de acelerar el tiempo
y los pasos que dejas atrás,
de hacer ver pasar 
una eternidad?

Y que, por último,
el rastro de tus labios 
ha dejado una reguera de mil lágrimas;
una por cada batalla perdida,
de mi corazón que sabía
que nunca más ibas a volver...

martes, 13 de octubre de 2015

#47

Estoy ahora mismo en esos días en los que se me cae el sol porque tú ya no lo estás sujetando por mí. Cuando tu luna ya no me sonríe al mirar por la ventana y las sábanas deciden dejar de abrazarme para siempre.

Y sigues ahí, viviendo tímidamente dentro de mí, ya no como huésped sino como parásito que no paga su parte para quedarse un trozo de corazón.

El recuerdo de los paseos, las caricias, los achuchones, las comidas, las noches, los buenos días, las risas, los empujones, los rubores, los besos, tus ojos, tus brazos, tus labios... Todo lo tengo guardado en esa parte de mi pecho que has decidido seguir ocupando sin permiso alguno aun después de haberte marchado.

Y es que me intento dar la vuelta para no mirarte nunca más, pero el vuelo de mi falda está aún entre tus dedos y no me deja marchar. En lugar de eso, desaparezco entre las llamas que me consumen día tras día, para que solo puedas ver mis cenizas.

Ojalá fuese un ave fénix, pero este es el fin de mi principio,
mi principio del fin.


viernes, 18 de septiembre de 2015

Corazón agrietado, sonrisa vacía


Cuando tienes el corazón agrietado
no confías en nadie.
Ya no buscas cumplidos
ni miradas por la calle.
No piensas en los mimos sin dar,
o las caricias que faltaron,
los besos que recorrieron su cuerpo
como las ruedas el asfalto.

Te sobran pensamientos
que desearías tener olvidados.
Las voces que escuchas no tienen timbre,
tampoco los hilos rojos que las unen.

Tus manos siempre están frías
pero tu boca aún suspira,
intentando devolver vida
a una sonrisa ya vacía.

Corazón, escúchate latir

Todo parecía correcto. Una mano, fría, en el bolsillo; la otra, templada, notaba el tacto de una fuente de calor externa que suave y delicada servía de estímulo a los ojos. Parecían contentos de lo que veían, y se lo contaron al corazón. Éste, ciego, se creía absolutamente cada detalle que además era corroborado por los oídos, quienes afirmaron no haber escuchado nada igual desde aquel Debussy.

Pasó el tiempo y el corazón fue creciendo. Conoció un par de ojos nuevos que le enseñaron parajes y lugares con los que jamás habría soñado. Comenzó a sentir en su propio tejido las caricias que recibía la piel. Increíblemente contento, pedía más y más hasta que entró en un estado de plenitud y calma burbujeantes.

Sin embargo, un día, algo perturbó su trance: comenzó a sentir unas voces provenientes de algún rincón del ventrículo izquierdo: era el cerebro intentando alertar de un posible fallo en el sistema. Decidió ignorarlo, aquel órgano era demasiado pesado con todas esas variables, estudios y cálculos que no le habían servido nunca de nada. Él lo sentía todo, ¿por qué iba a romperse algo si él estaba en paz, tranquilo y feliz?

Había vivido tanto,
y aún quedaba tanto por descubrir...

Y entonces, tan repentino como un relámpago, notó cómo perdía la conexión con las manos y las mejillas, que se volvieron frías por el clima exterior, y toda la piel sufrió un escalofrío. En los ojos hubo un cortocircuito por inundación. Lo debieron haber causado los oídos, que no respondían. Confuso, no veía u oía nada...

... Y se asustó.

Porque, por primera vez en mucho tiempo, los ojos que le habían enseñado tanto desaparecieron sin dejar rastro. ¿Dónde se habrían metido? 
El corazón los llamó.
Fuerte.
Suplicó.
Lloró.
Y del esfuerzo, se cayó y se rompió, pero eso no lo detuvo.
Siguió gritando.
Estaba todo tan oscuro... ¿Habría alguien ahí?
Se sentía tan solo.
¿Ojos? ¿oídos? ¿hola? Nadie lo veía, nadie lo escuchaba, nadie lo recogía.

Estuvo pidiendo ayuda durante mucho tiempo, hasta que cogió aire por última vez, exhausto.
Y dejó de latir.
Y se dejó morir.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

#46

Tendrías que haber mirado sus vacíos ojos avellana, y te hubieras dado cuenta, quizá, de que esa mujer ha vencido más veces al miedo que notas musicales ha tocado un piano.

Que no se quiebra.
Que no muere.
Que cada día que pasa se hace más fuerte, más pesada, más liviana.
Más ella y más todas,
madre e hija,
fruto y semilla.
Que la ven por la calle y le gritan ¡puta!, pero cada gemido que ella arranca supone un kilo de comida para su hija.

Que lucha, que no se rinde.
Que llega a casa y de todo le piden.
No mira atrás, no duda,
aunque a veces piense que necesita ayuda.
Su hija es su vida, y si no estuviera ella,
preferiría estar debajo de un puente
a abrirse de piernas en un bar repleto de mala gente.

#45

El mundo no sucumbirá al fuego.
Ni sucumbirá al hielo.
Al mundo lo destruirá el ser humano.


(Escrito a finales del año 2010)

#44

Hay muy pocas personas buenas en el mundo.
Los pocos que somos, algún día dejaremos de serlo,
para que otros nos sucedan. Sin embargo, cada vez
habrá menos gente feliz. A las personas se les quitarán
las ganas de ser felices. Ya no habrá emociones.


(Corregido, escrito a finales del año 2010)

martes, 8 de septiembre de 2015

#43


De tu mirada, niña,
se me hizo un mundo entero.
Tú ahí, de pie, con el corazón en un puño,
esperando el momento oportuno
para robarme un beso
abalanzándote a mis labios.

#42

¿Sabéis ese tipo de vacío inmenso que se agarra al pecho cuando alguien decide marcharse de tu día a día?
Esa caída infinita a la incertidumbre que no te lleva a ninguna parte.
El vacío no es oscuridad: no es nada. No puedes ver nada, ni oler nada, ni tocar nada. Solo descender en picado indefinidamente.

Esperar.
A que, bueno, quizá alguien entre en tu vacío y apoye las manos para que puedas caminar sobre ellas, y dejar de caer. Que te mire a los ojos y cuente la cantidad de horas que se pasaría observándote caminar. Que te susurre el deseo que tiene de abrazar tu cuerpo contra el suyo, contra el tiempo...

Esperar. 
Un par de eternidades a que, bueno, alguien venga a rescatarte.

sábado, 22 de agosto de 2015

#41

Somos humanos.
Establecemos leyes,
construimos ideales,
cumplimos sueños,
pero hay algo que sin darnos cuenta
vamos tejiendo,
y son trenzas de hilo dorado.
Damos a alguien un extremo
mientras que por el otro seguimos hilando,
esos cordones infinitos de brillo metálico.

Nadie puede verlos,
y sin embargo nunca paramos de tejerlos.

jueves, 13 de agosto de 2015

Una cavidad vacía

Cuando me levanté al día siguiente, él seguía durmiendo a mi lado. La verdad: era un muchacho muy guapo, media melena morena y ojos café; su abdomen subía y bajaba lentamente. Me permití mirar su rostro suave durante unos segundos antes de levantarme con cuidado.
No sabía el "protocolo" que había que seguir en estos casos, así que me surgieron varias dudas una vez estuve de pie. ¿Podía usar el baño y comer algo mientras él estuviera dormido? ¿Tenía que esperarme a que despertara para despedirme de él, o era posible marcharme ya, sin decir nada? Opté por lo primero y entré al lavabo.
Cuando terminé, él estaba sentado en la cama con un libro en las manos.
- Buenos días -sonrió. "Qué imagen más bella", pensé.
- Eh... Buenos días -contesté, rascándome nerviosa el hombro izquierdo y evitando todo contacto con su mirada.
- ¿Qué tal, has dormido bien? -cerró el libro, dejándolo sobre la mesita de noche. Se levantó y me cogió las manos.
- Bien, de un tirón -me solté una para apartarme una mata de pelo rubio de la cara.
Silencio incómodo.
- Bueno, creo que debería irme -musité.
- ¿No te quedas? Ah... ¿Esto se acaba aquí?
- ¿El qué? -pregunté, nerviosa, aun sabiendo de antemano la respuesta.
Se acercó peligrosamente a mi oído, apartándome el pelo:
- Esto... -susurró, besándome el cuello con suavidad.
Puse mis manos sobre su pecho para apartarlo de mí.
- No... Yo... No, espera, no puede ser. ¿Qué quieres de mí?
- ¡A ti!
- Sí, pero... ¿Por qué?
- ¡Porque eres perfecta! ¿Por qué no consigues darte cuenta? Eres suave, inteligente, amable, cariñosa, divertida...
Pero yo ya no lo escuchaba.
- ¡Para! ¡No, basta! No puede ser...
- ¿Cómo? ¿Por qué no? ¿Qué me falta?
Incrédulo, se miró de arriba a abajo.
- Nada. Eres perfecto para mí -murmuré.
- ¿Cuál es el problema entonces?
Empezaba a desesperarse, y yo aún no había reunido las palabras adecuadas. Me iba a tomar por loca. Lo miré.
- No puedo quererte.
Como no dijo nada, continué.
- No tengo nada aquí dentro -me llevé una mano al pecho-, es una cavidad vacía. Se lo di a alguien, y no me lo ha devuelto. Si pudieras mirar dentro... Me entenderías.
- ¿Hace cuánto de eso ya?
- Mucho tiempo.
- ¿Y aún...?
Asentí. Me sentía como una mierda rechazando semejante proposición, de semejante persona. Yo misma era consciente de que no iba a encontrar a alguien mejor. Tan atento, tranquilo y paciente... Pero no me correspondía a mí esa decisión, sino a la persona que se había llevado mi corazón.
- ¿Te importa que me eche un poquito? No me encuentro muy bien.
- ¿Dejas que por lo menos cuide de ti?
- Claro... Lo siento...
Pero no me dejó terminar la frase, porque me besó los labios. Me cogió en brazos para acostarme otra vez, y me abrazó.
- Esperaré lo que haga falta -me susurró, dulce.
Conocía esa espera. Yo llevaba embarcada en ella ya dos años y unos meses.

¿Era que no iba a caducar nunca ese préstamo?

domingo, 12 de julio de 2015

#40

Te vas... Y tu sombra me deja un horrible agujero negro en el pecho. Aunque lo taparé con algo de ropa, es como la peste y se comerá mi cuerpo poco a poco. 

Mis ojos verdes dejarán de brillar buscando los tuyos y se teñirán de un profundo color gris; mis hombros, caídos, dejarán de servir de punto de apoyo a mis brazos, cansados de rodearte con ternura. Mis labios, tatuados con tu nombre, borrarán su dibujo en un horizonte infinito... Y mi mente, lejos de aquellos prados verdes a los que iba a soñar contigo, no saldrá de las cuatro paredes del mundo real.

El agujero nunca se cerrará, porque la sombra del tiempo compartido seguirá siempre conmigo.

lunes, 29 de junio de 2015

#39

Esto que os voy a contar es una historia real, y se remonta a mi vida entera. Quiero dedicarle este texto a la persona que sale en él... Aunque no la conozca.

Lo parezca o no, tengo dieciocho años. He nacido, criado y crecido en este pueblo minero. He visto ver nacer, criar y crecer a su gente, bueno, durante mi corto periodo de vida. Podría relataros historias de todas las personas que se han ido cruzando conmigo durante un tiempo determinado en su vida, que ya no he visto más, y sin embargo recuerdo, por ejemplo: aquel niño acompañado de su padre que me cruzaba todos los días yendo al instituto el año pasado; la dulce niña paseando su perro a las 7 de la mañana cuando yo salía de casa; el muchacho que sonreía mirándome llegar tarde; el flautista que iba antes que yo en mis clases de piano... Me cruzaba con todos ellos pero ya no me han visto más, y si me ven probablemente no se acuerden.

Sin embargo quiero hablar de alguien un poco más especial. Llevo toda mi vida viendo a una persona que nunca, jamás, me ha visto a mí. Es un hombre alto, moreno y de buen vestir, que va andando siempre con la cabeza bien alta y una mano posada en su gran perro negro. Con el paso de los años he ido advirtiendo en él las arrugas de la edad en su tiempo y en el de sus compañeros.

Recuerdo una de las primeras veces que lo vi. Recuerdo verlo sonreír, y haber sonreído con él. Mirarlo y morderme los labios, pensando "no me ve, no sabe que existo, pero yo sí lo sé". Recuerdo su pastor alemán, y las ganas que tenía de acercarme y preguntarle "disculpe, ¿cómo se llama su amigo?". En vez de eso, murmuraba un "hasta luego" apenas audible.

Más de tres veces lo he visto por la calle vendiendo cupones y he pensado en acercarme a él, a decirle "buenos días. Llevo viéndolo toda mi vida, pero usted no me conoce, así que pensé que sería el momento de presentarme." Pero nunca reuní el valor suficiente.

No sé su nombre, él no sabe de mí... Pero nos hemos visto varias veces.
Es una sensación un poco extraña.

Así que, desde aquí, buenas tardes, señor, espero seguir viéndolo por las calles de este pueblo minero durante mucho tiempo más.

jueves, 18 de junio de 2015

#38

Respira mi alma... ¿De qué color es?
¿Es suave, como la niebla
que pobla los blanquecinos
pueblos?
O,
¿es dulce, como las caricias
de los enamorados tras un rato
de amor?
O,
¿es tranquila, como el cielo
en el amanecer
de un nuevo día?
O,
¿es fría, como la
solitaria Luna
que pobla el cielo
de caricias nevadas?


lunes, 25 de mayo de 2015

#37

¿Sabéis cómo me siento yo?
Como el ángel entre los demonios,
como el sano en un mundo de ciegos,
el ímpetu del sol,
la tímida dulzura de la luna.

¿Sabéis cómo os sentís vosotros?
Creéis ser el demonio entre los ángeles,
el que ciega con la mirada en un mundo de color,
el calor abrasador del sol,
el desdén de la luna...


lunes, 18 de mayo de 2015

#36

Ven, ¿no eres escritor? ¿no lo soy yo?
Vamos a escribir un nuevo mundo solo para los dos,
donde nadie más pueda entrar,
donde todo lo que queramos se haga realidad.
Agarra tu lápiz, enciende tu ordenador,
porque a partir de ahora
en esta historia solo estamos tú y yo.


viernes, 1 de mayo de 2015

#35

Creo que ya sé lo que es el amor. Después de mucho tiempo buscándolo, encontrando copias baratas, ya lo tengo. Creo que ahora puedo decir que estoy enamorada... Es más que nada una sensación, pero... Lo noto sobre todo porque ahora mismo son las dos y media de la mañana, no estoy haciendo nada, estoy muy cansada, pero no puedo dormir, porque estoy pensando en esa persona. Es... 

Estar enamorada es... Tan solo pensar en esa persona y ponerte triste porque no está aquí. Ponerte triste y sonreír al mismo tiempo, recordándola. Sentir que el mundo se viene arriba cuando la ves, cuando la escuchas, y cuando te abraza. Pensar que no hay nadie más aparte de los dos. Es la tristeza que deja cuando se va, porque justo en el momento en el que desaparece todavía queda algo de magia en el aire, que se va disipando poco a poco con el tiempo, y cuando se acaba, cuando la tristeza viene a tu pecho y te dice "se ha ido", tú sonríes al recordarlo, y le respondes "sí, pero volverá." 

Estar enamorada es... No tener sueño, y tener todos los sueños a la vez. Ver todo posible, si es junto a esa persona. Querer vivir mil vidas para seguir viéndola, querer morir con ella de la mano para seguir tocándola. Ese continuo empuje que te dice "abrázalo, abrázalo". Estar enamorada es muy simple: es la dependencia hacia otra persona. Es la pesadumbre que te viene cuando sabes que está mal, la tranquilidad que te da cuando está bien, es la alegría cuando está delante y la tristeza cuando se ha ido. Es todo lo bonito del momento, todo lo que necesita un pétalo para disolverse en el aire en forma de mariposas. El amor en sí... Es...

miércoles, 8 de abril de 2015

Parálisis del sueño: el monstruo de tu armario

No, hoy no os traigo una historia sobre magia, ni una princesa, ni siquiera un cuento. Hoy quiero contaros lo que me ha pasado esta noche.

Mucha gente no sabe qué es una parálisis del sueño, así que os la voy a definir ahora mismo: la parálisis del sueño es una incapacidad transitoria para realizar cualquier tipo de movimiento voluntario que tiene lugar durante el periodo de transición entre el estado de sueño y el de vigilia, según Wikipedia.
Sin embargo, es algo más que eso.
Podría decir que la parálisis del sueño es como el monstruo que habitaba en el armario cuando eras pequeño, o el que te acecha en las sombras si te dejas un pie fuera de la cama. Esperando a que duermas... Para atacarte.

Eran las tres menos diez de la noche cuando me fui a dormir. No acostumbro a quedarme despierta tanto tiempo, pero me había echado una siesta, por lo que sueño realmente no tenía hasta esa hora. Tardé unos minutos en quedarme prácticamente dormida, pero algo falló dentro de mí... Y despertó al monstruo.

Lo primero que noté fue que mi cama se movía, y me "desperté". Sí, sí, ALGO o ALGUIEN estaba dando golpes en los pies de mi cama, haciéndola temblar.
Y aquí comenzó la fiesta. La parálisis del sueño se caracteriza principalmente por: la incapacidad de movimiento, como nos ha apuntado la Wikipedia; las alucinaciones que provoca (ruidos extraños, presencias de gente ajena, visiones perturbadoras...) y el miedo irracional causado tanto por éstas como por la situación en sí. Mi alucinación, en este caso, fue que la cama se movía. Al estar durmiendo de lado, por mucho que hubiera querido ver qué movía mi cama, no hubiera podido porque no podía mover la cabeza.
El monstruo había entrado en mi habitación, estaba zarandeando mi cama y yo no podía hacer nada. La sensación era totalmente real, y aquí fue cuando intenté calmarme y pensar lógicamente. 

"A ver, tranquilízate, porque ya sabes lo que hay que hacer. Esto no es real, no puede serlo, principalmente porque siempre echas el cerrojo de la puerta, así que es imposible que haya entrado nadie. Es solo un sueño." 

En ese momento, abrí los ojos y me di cuenta de que, efectivamente, estaba en la cama, tumbada en la misma posición en la que me había quedado dormida, y lo único que llegaba a ver era mi puño sobre la almohada. 

"Cierra los ojos, ya lo sabes." 

Los golpes se hacían más violentos y yo empezaba a impacientarme. Si llegas a tener este trastorno del sueño, no abras los ojos. ¿Por qué? Porque así evitas las alucinaciones visuales, que normalmente no son nada agradables. Por ejemplo, tengo un amigo que debido a su delicado patrón de sueño suele tener estos episodios, y al abrir los ojos ve una niña de unos ocho años mirando hacia él. Horripilante, ¿verdad? Intenta moverte primero, y si no puedes, ya sabes lo que toca:

"Muy bien, sin perder la calma, vamos a intentar movernos." 

Se suele hablar en primera persona del plural cuando estás ayudando a alguien a hacer algo delicado, ¿no? Porque suena más cálido el "nosotros" que el "tú". Cuando tienes miedo es la forma más suave de hablar contigo mismo.

"Poco a poco. Intenta mover la mano... Venga, tú puedes... Mano, muévete..."

Poco a poco las sacudidas iban menguando, casi no me daba cuenta. Solo quería salir de esa situación agobiante lo antes posible.

"Venga, la mano, o un pie. Sabes que si lo logras probablemente te despiertes. Ánimo, venga, mano..., pie..."

Al final, conseguí mover el puño prácticamente medio milímetro, y eso bastó para que todo se esfumara de golpe. Al parpadear ya me podía mover, poco a poco, y me senté en la cama. Miré el móvil. Las tres y diez. Fui al baño, y al mirarme en el espejo, sonreí: había vencido al monstruo.

Eso sí, me dio bastante miedo volver a dormir.

miércoles, 25 de marzo de 2015

¿Sabes que me pongo nerviosa cuando sé que voy a verte?

¿Sabes que me pongo nerviosa cuando sé que voy a verte?

Cuando suena el timbre que me avisa que ya estás abajo, dispuesto a recogerme como un príncipe recoge a su princesa en el castillo.
Me tiemblan las manos, mis ojos quieren hundirse en el mar de los tuyos; mi piel sentirte, rozarte, notarte cerca y absorber tu calor. Mi boca está deseando saborearte, morderte, quejarse y gruñirte con dulzura y mis piernas solo quieren llegar lo antes posible, porque mi corazón no para de meterles prisa.

Cuando por fin te veo, bien sabes tú, que ya no te suelto. Ya eres mío, y es cuando dejo de ser manos, ojos, piel, boca, piernas o corazón para convertirme en la otra mitad de tu abrazo. 
En tu otra mitad. 
En ti.

miércoles, 18 de febrero de 2015

El Libro de las Magias: Historia V

Lumia llevaba media hora sentada al lado del fuego, mirándolo fijamente. Se habían asentado en lo alto de una colina, tapados por unos árboles densos para esconderse de los ojos de sus enemigos. Hacía tanto frío que Gath tenía que estar pendiente de avivar las llamas de vez en cuando. Ninguno de los dos hablaba, preferían escuchar al fuego escupiendo chispas doradas, ahogando pensamientos.
- ¡Ya llegan! -se escuchó la voz de Danta, que montaba guardia abajo- ¡En unos minutos están aquí!
Los magos cruzaron la mirada.
- No quiero hacerlo -murmuró Lumia-. Yo no debería estar aquí.
- Eso pensamos todos, pero has nacido para esto, Maga.
- No. Yo he nacido para vivir tranquila y en paz, para construir y no para destruir. Esto no me concierne, solo quiero vivir en libertad sin tener problemas con nadie.
- ¡Que ya vienen! -saludó Danta, que sentada encima de un ciervo había subido la colina para reunirse con ellos.
- Esto viaja con tu condición de Maga -insistió el muchacho, resignado, y giró la vista hacia la recién llegada, que entretanto bajaba del animal y le hacía señales para que la siguiera cerca del fuego, acción que este agradeció profundamente, tumbándose en el suelo. Ella miró a su compañera y sonrió.
- Lumia, piensa que en realidad lo que estás haciendo es destruir para proteger. Que estás aquí para ayudar a aquellas personas que conoces y amas, no lo mires de la otra forma, porque sí, es cierto que esto es un crimen masivo. Sin embargo, si no nos defendemos, nos matarán igualmente.
Gath dibujó una media sonrisa irónica. Pareció contenerse.
- Pero ¿por qué hay que luchar? -gimió la joven- No lo entiendo. ¿No podemos vivir cada uno en su territorio, sin problemas, luchas, muerte?
- Por lo de siempre -hizo un gesto para quitarle importancia-, riqueza, poder, renombre. Son cosas que no se pueden cambiar... Pero que espero lo hagan con el tiempo.
Se recostó sobre el lomo del animal, a una distancia prudente del fuego. Lumia parecía algo más tranquila.
- En un futuro... Supongo que se puede mirar así, aunque sigo queriendo abandonar.
- No te preocupes, es normal. A nadie le gusta matar... -no terminó la frase porque Gath suspiró sonoramente, exhalando una cantidad increíble de vaho, que hizo que por un momento Lumia perdiera de vista su rostro.
- Mirad... No sabemos el futuro. Nadie lo sabe, es imposible predecirlo. Se pueden hacer suposiciones, sí, pero si esto sigue así, así será, y yo estaré aquí -señaló el suelo con el dedo, con energía- en el frente de batalla luchando por vosotras y por mí mismo. Es nuestro destino, aunque no lo hayamos elegido. Alguien tiene que proteger a los niños y los ancianos del pueblo, luchar por ellos como ellos lo hicieron y lo harán, no es tiempo de ser cobarde. Así que, compañeras, mucho ánimo. Siempre adelante, los ojos al cielo. -se levantó justo a tiempo para ver llegar al resto del escuadrón.

viernes, 16 de enero de 2015

#34

Ayer volví a verte después de tanto tiempo. Sigo con la pregunta en la boca: ¿por qué te marchaste?
Tanto el destino como el corazón son caprichosos, y yo ya no te quiero, ni aunque quisiera quererte.
Yo ya he encontrado por ahora, mi sitio en el mundo, ya lo comparto: hago feliz a alguien y ese alguien me hace feliz a mí. Sin embargo, aunque te diga todas estas palabras feas, sigo apreciándote mucho y sufriendo por tu partida, amigo.

viernes, 9 de enero de 2015

El Libro de las Magias: Historia IV

Lumia tenía un don especial para los niños pequeños. Le parecían tiernos y frágiles y los trataba como vasos de cristal de bohemia, delicadamente y con mucho cariño.
Por eso, solía ir al orfanato de la ciudad una vez a la semana a visitar a los que vivían allí. Jugaba con ellos, les contaba historias y, dependiendo de la cuidadora que estuviera ese día, los sacaba a dar una vuelta por las calles más próximas. Cuando los demás le preguntaban por qué no tenía ella un bebé, ya que tanto le gustaban los niños, miraba al cielo triste y murmuraba:
- Porque yo no poseo el don de engendrar vida.
Y no podía adoptar un niño del orfanato, pues se le crearía un vacío en el corazón al rechazar a todos los demás, que tanto la querían.

Una tarde, cuando llegó, entre tantos pisotones y manitas intentando abrazarla, vio a un niño de unos diez años que no había visto nunca, y extendió los brazos sonriendo:
- ¿Tú no me das un abrazo? ¡A ti no te conozco! ¿Cómo te llamas?
El muchachillo caminó hacia ella con desconfianza y la abrazó, uniéndose al resto de sus amigos.
- Ryno.
- Un placer conocerte, yo soy Lumia –sonrió, acariciándole el pelo.
Como todos los días que iba allí, Lumia durmió en el orfanato. Fue de habitación en habitación susurrando “buenas noches”, arropando y cerrando las puertas. Cuando llegó a la habitación del niño nuevo, se sentó en su cama. Él giró la cara hacia ella y murmuró:
- ¿Por qué estás aquí?
La joven Maga sonrió ampliamente.
- ¿Por qué estás tú aquí?
- Mis padres murieron en el incendio que hubo anteayer.
- Vaya, lo siento mucho –comenzó a acariciarle el pecho-. Yo vengo aquí de vez en cuando a veros a todos y a pasar una tarde con vosotros.
- Es extraño.
- ¿Y qué no es extraño estos días?
- Sabes hacer magia, ¿verdad? –cambió Ryno repentinamente de tema, y comenzó a mirarla con curiosidad. Ella reflexionó unos instantes antes de contestar.
- Sí, ¿cómo lo has sabido?
- He oído hablar de ti a los niños de aquí.
- Ah, claro. Bueno, sí, algo sé. ¿Quieres verlo?
- ¡Vale!
- Apaga la luz entonces.
Cuando el niño obedeció, Lumia conjuró una bola de luz en su mano y dejó que flotara en la habitación.
- La verdad es que la Magia es lo mejor que me ha pasado nunca. Sabes, así siempre podré ver, habrá luz esté donde esté.
- Vaya... ¿Puedo tocarla?
- ¡No, no! Te quemarías. Donde hay luz, hay calor.
- Entonces, ¿dónde hay oscuridad hace frío?
- No, una cosa no lleva a la otra.
Destruyó la luz y se volvieron a quedar a oscuras.
- ¿Ves? No hace frío.
- Vaya… ¿Los Magos Blancos no sabéis conjurar oscuridad también?
- Sí, pero eso es otra rama distinta. Un Mago Blanco puede ser Luz u Oscuridad, y yo elegí Luz. Para mí es mucho más reconfortante, además, de pequeña temía a la oscuridad, y ahora eso no pasará nunca más.
- Si yo fuera un Mago Blanco, elegiría Oscuridad y sería tu compañero de aventuras.
- Vaya… Gracias, Ryno. Deberías dormir, la señora de la casa me va a echar la bronca por mantenerte despierto –le dio un beso en la frente y se levantó de la cama-. Que descanses.
- Gracias, Lumia, espero verte pronto.
- ¡Muy pronto! –sonrió, y después de atravesar la puerta, cerró tras de sí.