sábado, 23 de agosto de 2014

#24

Creías que podías vivir feliz sin problemas y sin embargo no es así. Sé que hay veces que piensas en esa persona. Es justo en el momento más inesperado ¿verdad?

Cuando haces el café y al echarlo en la taza te das cuenta de que has echado de más; ese día sabe algo más amargo. Cuando vas a acostarte y esperas que pase tu brazo su brazo por tu cintura, pacientemente; momento que nunca llega y que tú calmas poniendo tu propia mano. O cuando creías que habías tirado todas sus fotografías y te encuentras una en el lugar más inesperado. La miras, la empapas de agua salada y la rajas arrojándola a la basura casi con desesperación… 


Y yo sé todo esto porque lo siento. Porque es lo que me ocurre a mí y me siento vacío por ello. Porque aunque nunca haya sentido ese roce suave en mi cadera, nunca haya preparado más café de una taza y nunca haya tenido que borrar un recuerdo, la echo de menos.

A la que nunca estuvo, la echo de menos.

viernes, 22 de agosto de 2014

El Libro de las Magias: Historia I

Cuando conocí a Danta me quedé sin palabras, pero esta es una expresión demasiado pobre para describir lo que sentí cuando la vi desnuda por primera vez. Los vegetales tienen la manía de “alimentarse de la energía inagotable de la bola infinitamente ardiente”, textualmente. Ya me había dicho Naeva que Danta estaba ocupada, pero necesitaba preguntarle algo importante sobre las nuevas propiedades encontradas en las hojas de roble seco. Llegué hasta su puerta y llamé un par de veces antes de entrar atropelladamente.
- ¡Danta! Mira lo que he encontr…
Efectivamente, no pude terminar la frase. Desde que vi cómo Lindetta había conseguido criar una flor en la palma de su mano que bebía de su savia, no había vuelto a ver algo tan extraordinario y a la vez tan repugnante. Quizás la impresión fue mayor porque nunca había visto antes un vegetal desnudo. Quizás entre ellos tener ese cuerpo cosido con vida era normal, pero no para mí. Fue tan horrible que a pesar de los impulsos que me surgían para darme la vuelta no pude moverme. Vi a Danta totalmente desnuda de espaldas a mí. Su propia espalda ya lo decía todo: estaba dividida en dos partes claramente diferenciadas por su color y textura y la suave línea que la separaba se hundía en lo que supuestamente era su carne. Una de las partes sí, era de un color rosado muy sano, pero tras la cicatriz que juntaba ambas ya no había más humanidad. En lugar de piel tenía algún tipo de hoja verde gigante que cubría sus caderas y parte de su espalda, llena de vida y de savia. Su brazo izquierdo estaba cubierto en varias zonas por una corteza áspera y fina que ascendía por capas desde la muñeca. Su pelo, como siempre que se mostraba ante el sol, se había teñido también de un verde oscuro que recordaba el lado más salvaje de un bosque virgen. Le caía por los hombros cubriendo ambos senos. Tardó varios segundos en darse la vuelta desde que yo entré, y la sentí en toda la habitación. Cada planta en cada maceta era ella, y ella estaba enfrente de mí. Me habló aún con los ojos cerrados.
- Nethan, ¿que necesitas? -sonrió.
Yo no sabía hablar. Había olvidado todo lo que aprendí desde que tenía tres años en cinco segundos.
- ¿Nethan?
En ese momento abrió los ojos. Me miraba directamente a pesar de que sabía que no podía verme. Su presencia me imponía demasiado (siempre lo había hecho), y más ahora que estaba desnuda y parecía pretender devanarme los ojos con su mirada vacía llena de intención.
- Yo venía… Simplemente a enseñarte... -logré articular, y desvié la mirada de su cuerpo.
- Naeva me lo ha dicho todo -sonrió. Al parecer le encantaba verme temblar delante de ella- venías a hablarme sobre las hojas de roble, ¿verdad?
Asentí tragando saliva, y una de las lianas que colgaban del techo se dobló y cerró la puerta detrás de mí.
- Cuéntame, no te cortes por favor -rió suavemente, divertida.
Le conté todo lo que sabía. Estaba completamente sonrojado y sabía que ella podía notar el intenso calor que irradiaba mi piel. No se movió en todo el rato que estuve hablando. Cuando terminé, suspiró.
- Bueno… Podríamos usarlas como catalizadoras para las pociones de tercer grado -explicó- por lo que cuentas parecen más adecuadas que las de manzana.
Su cuerpo crujió dulcemente al aproximarse hacia mí. Era extraño porque cuando hablaba con ella no sabía hacia dónde mirar, puesto que los ojos siempre los llevaba cubiertos con la venda. Mientras se acercaba cerré los míos. Era una forma de sentirla en toda su plenitud. Mientras se acercaba suspiré, y el polen inundó todos mis pulmones, enamorándome otra vez...

Nunca supe de qué forma un vegetal podía influir tanto en mí, un mago etéreo.

jueves, 21 de agosto de 2014

El libro de los magos: Magia verde

PRESENTACIÓN. Los magos verdes veneran a Gaia, la diosa de la naturaleza y de todo lo vivo. Gaia ha estado siempre y está en el corazón de cada hombre, y escoge al bebé que más la lleve en su interior.

ALIADOS Y ENEMIGOS. La magia verde es débil contra la roja y fuerte contra la incolora. Como aliados destacamos la azul y la blanca.

RAMAS. La magia verde es bastante complicada puesto que se suele mezclar con conocimiento de herbología y biología para conseguir el máximo partido a los hechizos realizados. Las ramas principales son: magia animal y magia vegetal.

1) MAGIA ANIMAL. La magia animal está destinada al ataque. Permite a los magos verdes establecer una unión con la parte más viva y salvaje de Gaia: el reino animal. Esta rama se combina con los más profundos conocimientos de biología puesto que es una magia tan peligrosa como la roja. Los magos verdes animales (o magos salvajes llamados despectivamente) aprenden a transformarse en cualquier animal canalizando el poder de Gaia hasta su propio cuerpo. Debido a que hay que hacer un estudio exhaustivo del animal que se desea dominar, la media de animales en los que los magos salvajes logran transformarse es de dos, y entre los animales preferidos están: el leopardo, el águila real y el tiburón blanco; cada uno de un elemento distinto: tierra, aire y agua. Cuando están transformados, comparten las características de ese animal (dieta, esperanza de vida…), y si enferman está totalmente contraindicado que vuelvan a ser humanos hasta que no estén sanos. Igualmente, las mujeres embarazadas no pueden cambiar de forma hasta dar a luz.

EN LA SOCIEDAD. Entre los trabajos ocupados por los magos animales, podemos destacar biólogo infiltrado (camuflándose entre los animales de su misma especie para aprender de su comportamiento) o recuperador de especies (se especializan en animales en peligro de extinción y ayudan a su reproducción. Este último trabajo requiere una alta dedicación y amor por la especialización). También destacan los espías: magos verdes que se especializan en insectos. La especialización en insectos es peligrosa puesto que al tener una vida muy corta no puede quedarse transformados por mucho tiempo. También existen los riesgos de ser asesinado por un paño de cocina o por la lengua áspera de un reptil. Se han oído varias historias curiosas acerca de magos animales, por ejemplo, las de algunos que encuentran una vida mejor viviendo en el bosque mascando hierba, o en contra de lo que parecen sus ideales, alimentándose de grandes herbívoros. Se cree que no tienen fuerza suficiente para volver a ser humanos, o bien que Gaia los cree tan valiosos y tiene tanto amor por ellos que los atrae hacia su seno más interno.


EN LA BATALLA. La posición de los magos animales es esencial las aves comienzan la batalla por los cielos y los terrestres inician por tierra, al ser generalmente los más veloces.

ASPECTO. Los magos animales poseen el aspecto de una persona normal junto a algunas características del animal al que se transforman: plumas en caso de ave, excesiva cantidad de pelo si es un mamífero, algunos restos de escamas y branquias (no funcionales) si es un pez... La dieta de estos magos no es selectiva si no están transformados, es decir, comen lo mismo que cualquier otro mago.


2) MAGIA VEGETAL. La otra gran especialización de los magos verdes es la vegetal, el mundo de las plantas. Los magos de este tipo se denominan magos-planta o más vulgarmente, vegetales Los magos-planta fusionan sus conocimientos en magia con herbología y química. Utilizan la energía de Gaia inmersa en las plantas y la dedican a la defensa y elaboración de pociones, a sanar, y a dominar físicamente las plantas: esas son las tres especializaciones de un vegetal. La elaboración de pociones consiste básicamente en desarrollar un comercio de pociones y elixires, elaborados con extractos de plantas y otros materiales: pociones de resistencia al fuego fabricadas con hielo de las montañas más altas y frías del mundo, y viales de sueño para dormir a los niños pequeños más escandalosos, entre otras. Para elaborar las pociones utilizan su propia savia, motivo por el cual los magos etéreos no suelen comprarlas. Los magos curanderos usan la energía de las plantas, suave y delicada como el tañido de un cascabel, para curar y asistir. Durante los primeros niveles de su magia, son capaces de cerrar heridas pequeñas y mermar dolores leves (de cabeza, de espalda…) Sin embargo, y gracias a su poder interior, pueden llegar a curar huesos rotos o desgarros interiores. Por último tenemos la especialización en dominio de las plantas. Los magos que la poseen dejan atrás su cuerpo para ser parte de cada una de las plantas que les rodean, pudiendo así moverlas y manejarlas a su antojo. Sienten y son cada una de ellas. No quiere decir que no tengan cuerpo, sino que el mismo se expande por los tallos, hojas y raíces de los vegetales de su alrededor.


EN LA SOCIEDADLos magos vegetales son muy muy versátiles por lo cual tienen un amplio abanico laboral. Los que se especializan en pociones suelen trabajar en laboratorios con los magos etéreos (a pesar de las continuas quejas de estos, saben que necesitan a los vegetales para seguir avanzando en la medicina), o en su propio negocio vendiendo hierbas base o condimentos para la cocina tradicional. Los sanadores trabajan en los hospitales y ambulatorios, principalmente. Por último, los dominadores de plantas se dedican a ayudar en el trabajo a los magos animales, a buscar las hierbas base para las pociones de sus hermanos gracias a su gran percepción, y a abrir floristerías en la ciudad.

EN LA BATALLA. Los especializados en pociones no intervienen activamente en la batalla, sino que se encargan de proveerlas a sus aliados. A cada sanador se le asigna un grupo de gente al que debe estar atendiendo, y se colocan siempre al final, los últimos en las filas, para tener una correcta visión de cada miembro. Finalmente, los vegetales que dominan las plantas luchan codo con codo con los magos animales, tanto protegiéndolos como ayudándolos a lograr sus objetivos. Son especialistas también en hacer zancadillas con raíces medio secas.

ASPECTO. Tanto la anatomía como el aspecto de un mago-planta es bastante compleja.
En general, no pueden tener descendencia de la manera convencional. Para ello, cuentan con una cola primitiva que parte del cóxis con aspecto de tallo y una flor en el final. Solamente la abren cuando están dispuestos a reproducirse, y suele ser de colores vivos. Las hembras poseen un estigma, y los machos, estambres. En el momento de la cópula, juntan ambas flores hasta que el polen del macho roza el estigma de la hembra. También poseen órganos humanos, pero sin capacidad de reproducción. Su cuerpo es una mezcla de carne, corteza y células fotosintéticas, y no poseen aparato digestivo puesto que obtienen nutrientes mediante fotosíntesis. Los magos que dominan las plantas, al no necesitar visión, han perdido el sentido de la vista, por lo que suelen tener la zona de los ojos tapada con una venda o un paño atado a la cabeza.

miércoles, 20 de agosto de 2014

#23

- Para que nunca mueras -le dijo alguien cuando era pequeño- alguien ha de escribir tu historia. Para que existas, alguien ha de pensarte, puesto que si nadie nunca te hubiera imaginado, no podrías estar existiendo en la mente del hombre.
No se lo tomó a broma, y comenzó a escribir. Dedicó toda su solitaria vida, desde aquel momento, a escribir historias en las que las protagonistas eran bellas damas, frágiles niños pequeños o héroes de guerra, imaginando las tramas en su mente, así, las haría reales. Y las pocas veces que salía de su casa escrutaba cada cara desconocida que veía por la calle, para comprobar si había nacido una de sus damas, sus niños, o sus curtidos hombres fuertes.
Pero no.
Nunca vio nada parecido a lo que escribía.
Vivía absorto en sus historias, no conocía a nadie ni lo necesitaba para vivir. Vivía por y para dar vida.
Faltaba cuero en casa para forrar sus libros, faltaban estanterías para ponerlos, sobraba polvo encima de ellos. Pero por más que escribía dando vida con sus dedos a esos seres, no traspasaban el papel.
Así terminó todo.
El hombre, al haber comprobado que todo por lo que había luchado durante toda su vida había sido en vano, firmó su último libro y se suicidó, viejo y solo, con la única compañía a su alrededor de su tinta, su pluma y sus letras.
Un viejo vagabundo que notó el olor que desprendía la casa una noche, alertó a la policía. Al viejo se le enterró debidamente, y fue entonces cuando toda su obra salió a la luz pública.
Los libros estaban maravillosamente escritos. Salieron en la portada de los periódicos y revistas más conocidos en el país.
Mientras tanto, el escritor lo miraba todo desde arriba. Miraba cómo la gente se volvía adicta a sus libros, cómo después de terminar uno corrían a la tienda a pedir otro. Lo exigían. Los medios de comunicación comenzaron a llamar sus libros "la droga de la lectura". Y él no lo entendía. Les gritaba que esa no fue su intención, que no bastaba con leer, que había que ver nacer a esas personas... Pero desde ahí arriba, nadie lo escuchaba.
Entonces ocurrió.
El éxito de sus libros ya era mundial. Se conocían en todas partes. Se llegó a abrir un museo para exponer los ejemplares originales. El viejo estaba desesperado, cuando levantó la vista en la soledad de la muerte... Y ahí estaban. Todas sus princesas, sus damas y sus príncipes, sus aventurados niños, las brujas y los magos, los valientes luchadores y los que no lo eran tanto. Ahí estaban, sonriendo y mirándole con infinita ternura y amor.
Detrás de ellos, una masa amorfa y translúcida se moldeaba para hacer otro personaje más, que una vez terminado se volvió sólido, parecido a una persona normal.
Y lo entendió.
Entendió que a medida que sus libros se iban leyendo, los lectores se imaginaban la historia, con sus personajes, y los iban creando poco a poco en sus mentes. Los pensamientos de una persona podían no ser fuertes, pero los de millones de personas, sí lo eran. Entonces aparecían ahí, con él. Comenzó a reírse y a abrazarlos a todos.
Porque los había imaginado, pensado y escrito. Porque, si él los había engendrado, eran sus hijos.

#22

La vida es una búsqueda constante. Buscamos las formas de tener éxito en ella, buscamos lo que más nos conviene, buscamos las llaves y el monedero en el bolso, a una persona por la calle, nuestro programa favorito en la televisión, el amor verdadero, unas monedas para pagar un refresco… Buscamos trabajo, buscamos la felicidad material, nos buscamos a nosotros mismos en la búsqueda de la verdad, y en última instancia, buscamos los porqués de nuestra búsqueda y quizá eso sea lo único que no hemos aprendido a encontrar.

lunes, 18 de agosto de 2014

#21

Daba vueltas en la cama. Intentaba dormir de lado, hacia arriba, o abrazando la almohada hacia abajo, y todo, porque no podía dejar de pensar en lo ocurrido esa noche.
- Sal de mi cabeza, ahora, ya. -suspiraba, mirando con los ojos abiertos como platos hacia la pared, perdida en sus pensamientos. Recordando. Se rezaba a sí misma para no olvidar ni un solo momento, para dejarlos marcados en su piel con fuego ardiente y poder recordarlos durante mucho tiempo. Finalmente, sabiendo que por mucho que los pensara no iban a volver para arroparla, se obligó a sí misma a caer en los brazos del sueño.

A la mañana siguiente, al abrir los ojos, exhaló un dulce suspiro. Si había soñado, no lo recordaba. Su mente volvió a la noche anterior. ¿Qué había sido? Estaba tan confundida... Si había alguna cosa que odiaba enormemente, era no poder saber lo que piensan las personas en determinados momentos. ¿Qué habría pensado él? Seguramente no había sido nada, unos juegos para saciar el hambre que sienten dos personas solas... Por el momento, había que dejarlo pasar. El sabio tiempo lo cura y lo arregla todo, es el mejor remedio para cualquier enfermedad, sobre todo esa. Se levantó y fue al baño caminando entre dudas. Se quedó varios minutos mirándose al espejo con expresión indescifrable, pensativa y sombría. Mientras se cepillaba el pelo podía aún percibir cierto rastro del olor de anoche en él. Sonrió y se lo recogió en una coleta sencilla, que le caía sobre el hombro. Divagó en recuerdos durante unos segundos y, cuando volvió a la realidad, regresó a su habitación y agarró un libro. Mirando fijamente la cubierta, pensó que mantendría a su retorcida mente ocupada durante al menos unos minutos, y devoró las páginas.

Lo que ella sabía, pero no quería aceptar, era que ya lo había despertado. Ahora tenía que mantener la calma, actuar despacio, poco a poco, para que nadie notara que, desgraciadamente, había vuelto a caer en esa droga.
Y quería mantenerla viva por todo el tiempo que pudiese, porque la había echado mucho de menos. 
Y rezaba al sabio tiempo para que moviese los hilos a su favor, o al menos, que no la volviera a atravesar con ellos de la misma forma que la última vez.