Que me mires con esa pequeña sonrisa que dibujan tus ojos por las mañanas
y respires absolutamente todo lo que guardo dentro de mí para mis momentos difíciles.
Que reúnas todas las sustancias que me hacen deshacer confianzas y construir murallas delante de la gente,
que ahuyentes mis demonios, todos mis demonios,
y que tú mismo te guardes ahí, en su guarida
y vivas con ellos,
y los ahuyentes,
a todos ellos.
Hazme ese favor, muéstrame cuán bonita puede ser la vida mirada desde una feliz perspectiva,
cómete todos mis miedos y deja tras de ti un dulce sabor a fresa.
Y rodéame con tus abrazos, rasca la miedosa cáscara gris que me recubre y dime a qué huele mi alma pura.
Nada dentro de mí, por favor, y cuéntame cuáles son mis demonios,
y lucha contra ellos,
libérame,
de aquel fondo del mar en el que me enterraron y del que parece que no puedo salir.
Sé que es demasiado pedir, que no es fácil, pero prometo ayudarte y hacer todo lo que esté en mis manos,
sabiendo que en ellas ahora posado estás,
listo para bucear
en mi mar,
con mis demonios,
en las cavernas donde viven y me aterran.
Te daré mi espada (la poca confianza que me queda)
y mi escudo... Bueno, es demasiado pesado para llevarlo, pero piénsalo (siéntelo).
Y libérame,
en una batalla que puede parecer infinita,
del mundo que me mantiene encerrada con mis demonios como guardianes.
Texto inspirado por esta canción.