domingo, 29 de octubre de 2017

Lana, Vert y Trize II


- No, no estás sola -murmuró detrás una voz suave y melodiosa.
Lana se dio la vuelta, y se encontró con una preciosa chica rubia. En su vestido, azul como el cielo sin nubes, tenía un lazo prácticamente igual que el suyo, en el mismo sitio... Solo que no estaba roto: la tela caía mágicamente hacia el suelo, pero nunca lo tocaba. Flotaba en el aire.
- ¿Quién eres?
- Una amiga.
- ¿También has caído aquí?
La chica rubia miró a Lana sin comprender.
- Bueno, más bien me tiraron. 
Lana suspiró. Quería preguntarle cuánto tiempo llevaba aquí, y por qué no hacía nada por salir.
- ¿Por qué no intentas salir? -se le adelantó la muchacha.
- Aún estoy aceptando que me caí.
- Ha pasado mucho tiempo desde entonces, tendrás que aceptarlo ya.
"No es fácil", pensó.
- Y no, no es fácil, pero si no lo intentas, es imposible. No sabes si quieres intentarlo ¿verdad?
Lana asintió lentamente.
- Me llamo Trize, por cierto.
La muchacha se puso delante de Lana y le dio un abrazo. Vacío.
- Te ayudaré a salir de aquí, pero tienes que ayudarme tú a mí.
- ¿Yo... A ti?
- En el final de este pozo, hay una puerta -señaló las paredes haciendo un movimiento circular con el dedo-, pero no la ves, porque estás cegada en la tristeza.
Lana se miró las manos, y enterró la cara en ellas.
- Bien... Aquí me quedaré, contigo -dijo Trize, sentándose al lado de Lana-, hasta que te reconozcas, al menos.
Y así se quedaron un buen rato. Lo que para Trize eran minutos, a Lana se le hacían horas.
Una vocecilla ronca las sacó, a la vez, de su ensimismamiento.
- Hey, ¿qué pasa? ¿Hay fiesta sin mí?
Trize resopló.
- Uf, ya está esta por aquí...
- Saludos, muchacha, soy Vert -sonrió mirando a Lana, sin darle a Trize un mínimo de atención-. Si quieres llorar, ve a esa que se sienta a tu lado. Si quieres hablar de algo interesante, aquí estoy.
- No habla mucho -le respondió la muchacha rubia, casi de mala gana.
- Quizá no contigo.
- En serio, ¿por qué tienes que ser siempre tan cortante?

Llevaban horas, días, meses discutiendo sin parar, una con la otra, de temas tan banales y estúpidos como la posible dirección del viento fuera del pozo, los pasos necesarios para cruzarlo de lado a lado, las personas que habían caído aquí a las que no habían podido ayudar...
- Si dejáis de discutir, hablaré. -levantó por fin Lana la cabeza, mirándolas a las dos, seria- Y os ayudaré.
A Vert se le cayó el cigarro de la boca.
- Tus ojos...
- Caos. Solo es caos.
Trize prefirió no decir nada.
- Haced algo que haría cualquier persona que se llevase bien con otra. No quiero discusiones.
- Eh, echémonos una fotillo juntas ¿eh, Trize?
- Ni de... -suspiró, mirando a Lana- Está bien.
- ¡Sonríe! -y susurró- Por nuestro propio bien, sonríe.