martes, 14 de junio de 2016

No quiero escribirte

Y no te quiero escribir porque eso sería describirte, limitarte, y chico...
Eres insondable.
Innombrable.
Infinito.

Pero aun no queriendo, lo hago, pues es la única manera que tengo de arrancarte momentáneamente de mi cabeza, lugar que ocupas cada segundo de mis horas.

Eres como la pequeña descarga que corretea entre las neuronas, el despertar de aquel sueño donde te precipitas en caída libre, la quemadura de la fría, fría, fría nieve...

Fíjate, no son ni palabras bonitas, no eres una rosa, ni las olas del mar; sino las raíces que la alimentan y un pequeño pececito que ha decidido nadar a contracorriente.

¿Qué más puedo decirte, si no quería escribirte?

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