viernes, 3 de enero de 2014

El virus mortal

Por fin. Elia saca de su bolsa una jeringuilla. Contiene lo que se supone
que cura la enfermedad. Pero hay un problema: son dos enfermos y hay una sola jeringuilla. Yuki se niega a ponérsela él. Quiere que se la ponga Gith. Gith decide lo mismo que él. El amor puede a cualquier cosa, y los dos están dispuestos a morir por el otro.
- Póntela tú. Como vengas y me la pongas, te mato...
- Yuki, por favor... Vendré sana y salva... ¡Te lo prometo!
- ¡Que no, Gith! Por favor...
Gith accede. Yuki ha ganado. Su novia seguirá viviendo, una vida normal. Y él, morirá por salvarle la vida. Lo que daría por ver esa sonrisa de nuevo... ¿Por qué han tenido que ser ellos dos, precisamente? ¿Por qué? No lo sabe. Nadie lo sabe. Es el Destino. El azar. Gith pide ayuda a Elia. No puede ponerse la inyección sola. Se da la vuelta, susurra un "¡Ay!" y se vuelve hacia Yuki, que la mira exhausto. Ella va a darle un beso. Todo ha terminado. Yuki irá a ver si puede conseguir dar con la salida. Fracasará. Es imposible salir de allí y volver vivo. Ese virus... Es mortal. Amargamente mortal. Él no se da cuenta de que ha sido muy, muy egoísta hasta que Gith le besa con pasión y tristeza. Se da cuenta de lo vacío que estará el corazón de Gith. No tendrá a nadie. No le tendrá a él. Estará sola. Pero, puede rehacer su vida con otro hombre. Sí, con otro menos egoísta, y que la cuide más. No salíamos mucho... Salíamos muy poco, más bien. Pocos besos le daba yo. No me debe querer mucho... Sin embargo... Yo la amo...
- Te amo, Yuki. Te amo. Por favor... Perdóname...
Al chico no le da tiempo a preguntar. Siente una punzada de dolor en el brazo. Al instante... Paz. Sosiego. El dolor ha desaparecido. El virus ha desaparecido. Se siente hombre, se siente humano. Mira a Gith. Todo está solucionado.
- ¿Había dos jeringuillas al final? -le pregunta. No cabe en sí de alegría.
- No, cariño -Gith le vuelve a besar. Yuki siente desaparecer-. Por favor... Perdóname.
- Gith... ¡¡Gith!! ¡¡¡¡GITH!!!! -grita angustiado el muchacho, mientras ve desaparecer a su novia por la puerta negra y sucia- ¡Mierda! ¡¡MIERDA!! ¡¡Lo sabía!! ¡No, Gith!

Al final, la egoísta fue Gith. Yuki lo pasó fatal: efectivamente, Gith no volvió.

(Escrito en el año 2009)

Akali y Shen I

Akali llamó a la puerta dos veces y se irguió. Quería dar una buena “primera impresión”. Le abrió en seguida Olaf, sonriendo. Sabía que la estaban esperando.
- ¿Qué tal el viaje? –le preguntó el nórdico.
- Pues la verdad, muy tranquilo. Estaba deseando llegar para veros a todos –sonrió ella tímidamente. Miró a su alrededor, era una casa más bien sencilla. Los muebles eran viejos, y daba la sensación de que habían sido restaurados en un tiempo no muy lejano a su llegada. Dejó las maletas en el suelo, pero no esperó que Olaf las recogiera. Efectivamente, no lo hizo. Sin embargo, advirtió que en los ojos de la muchacha brillaba una chispa de decepción cuando vio salir del salón a los demás habitantes del lugar: Darius, con unos vaqueros anchos y una camiseta de manga corta que remarcaba los músculos de sus brazos, parecía un armario empotrado. Detrás de él, intentando hacerse ver, Taric, con una de sus gemas entre las manos. El gran Maestro Yi se asomó saludando con la mano desde la terraza. Probablemente meditaba antes de que el ruido del timbre lo molestara, porque llevaba una túnica puesta. Akali saludó a todos con un abrazo muy, muy fuerte. Los había echado de menos. Sin embargo, faltaba alguien. Miró a Olaf, que asintió levemente.
- Shen todavía no ha llegado, luego vendrá. Ven a la cocina, te hemos preparado algo caliente.
Akali suspiró mientras apartaba sus maletas, dejándolas al lado de la puerta. Se quitó el abrigo y siguió a Olaf.
En la cocina la estaba esperando un té caliente y unos pasteles, que tenían una pinta deliciosa. Darius debió leer la cara de Akali en ese momento, porque le dijo sonriendo:
- Los ha hecho Yi para ti. Creo que sabe lo mucho que te gustan los bollos de crema.
La muchacha rió, asintiendo.
- Muchas gracias, de verdad. Cuando termine de “hacer sus cosas” iré a agradecérselo a él también.
Se sentó en la silla y comenzó a comer. Los demás se sentaron, sirviéndose té y cogiendo algún que otro dulce. La calma duró poco.
- ¿Y sabéis dónde está Shen? –preguntó, cogiendo un pastel de chocolate.
Ambos se miraron, alarmados, antes de darle una respuesta moderada:
- Está recogiendo a alguien de la estación.
Akali tardó en entenderlo, y preguntó, porque la curiosidad de la joven ninja era infinita, y eso era lo que siempre la llevaba a la desgracia:
- ¿A quién recoge? ¿No estamos todos ya? Diana no puede venir. Bueno, al menos eso fue lo que me dijo.
- A Luxanna –respondió el noxiano.
Akali levantó la mirada de su pastel de chocolate.
- ¿A Luxanna?
En ese momento entró el Maestro Yi en la cocina, y se dirigió a ella, con cierto tono severo en la voz:
- Sí, ya era hora de que se vieran. Valoran y Demacia no están precisamente cerca, llevan ya tiempo queriendo verse. El amor a distancia no es amor, Akali. Tú más que nadie deberías saberlo.
La muchacha se quedó pálida, y dejó caer a la mesa el pastel.
- ¿Que Shen tiene… Novia? –concluyó, a media voz.
- Creíamos que lo sabías –comentó Taric, prudentemente, mirándola con ternura y compasión. Akali negó con la cabeza. Se hizo de repente el silencio en la cocina, un silencio puntiagudo que perforaba el alma. Al menos, la suya. ¿Shen? Pero… ¿Y todas aquellas cartas? Aquellas promesas... Aquellos llantos bajo el manto de estrellas, acompañada solamente del aliento de Diana. Esta le solía decir que la Luna la compadecía y la acompañaba en su sufrimiento, pues no tiene un ser igual al que amar. Akali sonreía, y apoyaba la cabeza en el hombro de su amiga. En esos momentos, creía que estaba loca, hablando de la Luna como si fuera un ser viviente, un ser superior, un Dios. Sin embargo, le agradecía muchísimo aquello. Hacía que se sintiera mucho mejor.
Ahora todo eso había sido en vano. ¿Qué había pasado? La joven ninja miró a Taric, dolida, y se levantó de la silla, intentando por todos los medios aparentar normalidad.

- Lo siento, he perdido el apetito de repente. Quizás coma luego ¿de acuerdo? Voy a deshacer la maleta.

#9

Los unicornios dan suerte a sus poseedores. Siempre han sido seres tímidos y escondidos, sólo los humanos que contengan un corazón puro, blanco, inmaculado, podrán verlos alguna vez en su vida. 
Suelen salir en muchos cuentos infantiles, o de ciencia ficción, pues su belleza y su gracia le dan cierta magia al relato. 
El centro de su magia, se dice, reside en el cuerno. Hay libros que dicen que si una persona llega a ver un unicornio se convierte en un semimago, pero si el unicornio toca a esa persona, se convierte en mago completo (Memorias de Idhún). 
Hay otros que dicen que los unicornios pueden mantener relaciones sentimentales con humanas, hadas o ninfas (leyendas celtas). 
Yo creo en preciosos unicornios, creo en diminutas hadas, creo en bellas ninfas, creo en inteligentes elfos, creo en astutas sirenas, creo en fieros licántropos. Y también creo que hay otro mundo demasiado irracional para nosotros, que por eso no creemos, porque nadie ha sido tan curioso de creer, ver, y volver a este mundo para contar, explicar a los demás lo que ha visto en otra dimensión, la dimensión de todas las cosas ‘imaginarias’ que han ido descubriendo los filósofos, los escritores, los pensadores, pero, sobre todo, los soñadores.

(Escrito a finales del año 2011)

#8

La chica avanzaba rápidamente por el pasillo. Había roto por fin las correas que la sujetaban a la camilla, aún quedaba un rayo de esperanza, aún podía salir de allí. Ella no había hecho nada malo para estar allí encerrada. 
Corría despavorida, ahora delante de los enfermeros, gritando, chillándoles que era inocente, que iba a salir de allí, que no tenía la culpa. Pero no conocía la salida. No entendía por qué, pues la habían sacado varias veces hace dos días al parque que quedaba a tres pasos del edificio. Al final, atrapada entre los brazos del cansancio,
cayó de rodillas, y los médicos la acogieron de nuevo...


Despertó. Sólo era un sueño. Se tranquilizó y se puso de pie.


La chica avanzaba rápidamente por el pasillo...

(Escrito a mediados del año 2008)

#7

Las cosas vienen y las cosas van. Los hechos ocurren, y algunos se escriben, y otros se quedan en la línea del olvido. Es una línea vaga que nadie sabe dónde está, pero está ahí. Una línea infinita que cruza el universo, albergando miles de historias de las que nadie se acuerda.

Hay gente que duda mucho de la existencia de la línea del olvido. "Si lo olvidas, no lo recuerdas, y por lo tanto, muere.", dicen. Por eso cuando somos pequeños, nuestros padres nos dicen "Brilla, haz cosas que los demás no sean capaces ni de imaginar, sal en los libros, que la gente se muera por escribir tu historia. Así nunca caerás en el olvido."

Pues bien, ahora yo pregunto. Si todas las personas del mundo se olvidaran de sumar, así, de repente, ¿2+2 ya no serían 4?

La historia de Sao y la princesa III

Y finalmente, llegó el día que ella tanto ansiaba.
Sao llamó al palacio de la princesa, que se encargó, por supuesto, de atenderle personalmente. El joven simplemente entró en sus dominios, se arrodilló ante ella y le contó todo lo que habían sido esos tres meses sin su presencia.
- Ayer, por la tarde, estuve pensando en vos -comenzó, en aquel idioma que solamente ellos dos conocían- Y me di cuenta entonces que crucé medio mundo para verla solo a usted. Que he vuelto a cruzar medio mundo, y aquí me tiene. Si tengo que esperarla, la esperaré. La esperaré por siempre. Porque deseo despertarme y ver sus ojos cada mañana. Beber de ellos el sueño que me queda. Por favor, permítame aguardar, hasta que pueda abandonar su celda de prisión en este mundo, y pueda venir conmigo a su bello y delicado palacio de cristal.
¿Quién podía decirle que no al muchacho, cuando le prometía vivir en un mundo distinto, donde solamente existían ellos dos, donde no importaba nada más? Donde ambos iban a ser el príncipe y la princesa, el rey y la reina, de su propia vida y de su propio mundo.


"Bonne nuit dans notre monde."

jueves, 2 de enero de 2014

Conversaciones con Mina I

- ¿Sabes, Mina? Me acaba de pasar otra vez.
Mina se encogió de hombros, como siempre.
- Pues, que he vuelto a pasarme de buena persona, y como siempre, me ha salido por la culata. ¿Te lo cuento? ¿O no te interesa?
Su amiga no dijo nada, se limitó a dejar que el aire la acariciara.
- ¡Quien calla, otorga! -rió- Pues mira, hoy ha sido en el videojuego este que me ves jugar tanto. Sí, exacto. Pues iba a jugar con mis amigos ingleses, sí, el grupo de Liam. Éramos 5, los que se necesitan para jugar. Estábamos a punto de empezar cuando uno de ellos dijo, en inglés "¡anda, si ha venido (nombre que no reconocí)! ¡Oh Dios mío, se acaba de conectar! Voy a invitarl@... Ah espera... Somos cinco... Joder..."
Así que yo, y mi buen instinto de buena persona, actuamos juntos. Le dije que lo invitara, que yo me salía del grupo y les dejaba jugar a ellos, que no quería molestar. Él me dio las gracias. Liam no quiso permitirlo, pero le dije que no pasaba nada, como siempre. Bien.
El viento azotaba con fuerza, como si quisiera darle vida a la historia. Mina simplemente dejó exhalar un suspiro. La muchacha se cruzó las piernas y prosiguió su relato.
- Pues luego vino Liam, cuando estaban en cola, para decirme "Oye, ¿por qué lo has hecho? Sigo pensando que eres demasiado buena... ¿Sabes a quién le has dejado tu puesto?" Le dije que no, claro. "A John..." Se me paró el corazón un momento y comencé a sentir un vacío tremendo, junto al típico nudo de garganta, de estos que se te suben hasta aquí. Ese chico me estuvo insultando por el videojuego y por alguna que otra red social, por medio de mensajes privados, con lenguaje bastante obsceno sobre todo. Bueno, la verdad es que es simplemente un imbécil de estos de hoy en día, que se dedican a tratar mal a la gente que conocen y a la que no conocen, también. Amigos de tres o cuatro personas a las que defienden con uñas y dientes, riéndose de las demás.
El viento cambió bruscamente de sentido, alborotando a Mina.
- No, por supuesto que ignoré los mensajes. Y lo bloqueé de todas partes. Es simplemente, Mina... Que ya que he hecho un gesto bastante bonito, al menos podría serme devuelto. Pero nunca lo es, y no sé por qué. Oye, nunca dices nada... ¿eh?

lunes, 30 de diciembre de 2013

#6

En ese momento, miró al cielo y murmuró:
- ¿Sabéis? Quisiera mirar ahora mismo hacia arriba y preguntarme qué es esa esfera brillante en el cielo que da luz y calor.
- ¿Quieres ser una ignorante? -rió uno.
- No. Quiero dejarle algo a la imaginación.