domingo, 12 de julio de 2015

#40

Te vas... Y tu sombra me deja un horrible agujero negro en el pecho. Aunque lo taparé con algo de ropa, es como la peste y se comerá mi cuerpo poco a poco. 

Mis ojos verdes dejarán de brillar buscando los tuyos y se teñirán de un profundo color gris; mis hombros, caídos, dejarán de servir de punto de apoyo a mis brazos, cansados de rodearte con ternura. Mis labios, tatuados con tu nombre, borrarán su dibujo en un horizonte infinito... Y mi mente, lejos de aquellos prados verdes a los que iba a soñar contigo, no saldrá de las cuatro paredes del mundo real.

El agujero nunca se cerrará, porque la sombra del tiempo compartido seguirá siempre conmigo.