viernes, 29 de agosto de 2014

Conciencia

Oye, ¿quién eres? Te veo todos los días en el espejo y aún no me has dicho tu nombre. Por cierto, ¡estás horrible por las mañanas! Ese chico que viene detrás de ti a abrazarte mientras te lavas los dientes, no te merece. Te cuida demasiado, y tú ni siquiera puedes ser amable.

No, no me mires así porque sabes que al menos algo de razón tengo. El viernes lo ví desde aquí escondiendo un libro detrás de la cómoda. Creo que es para tu cumpleaños, pero no me hagas mucho caso. Sé que aún no has comprado nada para el suyo, y apenas quedan unos días… ¿A qué estás esperando?

Eres una mala persona, y lo sabes. Podría agonizar alguien delante de ti y ni te inmutarías, sobre todo si te acabas de levantar. Pero bueno, haces lo que puedes, ¿no? Lo que puedes, cuanto puedes y cuando puedes; así que no te quejas.

Eso sí, de la cama ni hablamos. Creo que ya ni siquiera recuerda el ruido que hace el colchón. Deberías hacer más el amor con él… O hacerlo, directamente.

Con todo y con esto él te adora, y esta es la parte que no entiendo. Te adora con tus cosas buenas y tus cosas malas, con tus cabreos y tus risas, cuando estás y cuando no estás con él.

Y no lo entiendo, y sin embargo es así.
Y no lo entiendo, que sé tantísimas cosas sobre ti aun sin saber tu nombre, …

… Chica del espejo.

martes, 26 de agosto de 2014

#29

Había descubierto la gran mentira. Mil recuerdos, mil pensamientos están ahora rondando su cabeza, dejándola tan exhausta que se queda dormida encima del papel. Ni siquiera sabe quién es, ni siquiera sabe si tiene futuro, si tiene pasado, o si lo que está viviendo es el presente. Podría preguntárselo a él, pero él sólo hace magia, y le respondería “¿y tú, eres real?” a lo que ella contestaría “No lo sé. ¿Tú lo sabes?” Y ahí se acabaría la conversación, puesto que ni él ni ella existen.

Todo esto, con dos copas de más y jugando a la ruleta rusa. Se hizo un par de coletas que acentuaban los rizos suaves de su cabello y salió con las navajas en el muslo, el alma bajo el brazo y sus cenizas en el bolsillo, de las cuales nacería un fénix que, bajo la luz de la luna, la salvaría de tanta desesperación. Estaba nerviosa, y optó por un café cargado de ilusiones de polvo azul.

#28

Que yo recuerde, andaba sumida en un suave y leve sueño. Es cierto que luego nunca sé con lo que he soñado, pero no creo que eso importe. Lo siguiente que recuerdo es una presencia detrás de mí, que me despertó instantáneamente pero no me moví… O al menos eso pensé, porque tú entonces, como un gato agazapado sobre mi espalda me preguntaste:
- ¿Ya te he despertado? Llegará el día en el que no lo haré, te lo prometo.
Yo en esos momentos estaba totalmente zombie, así que me limité a murmurar, más tranquila, sabiendo que eres tú:
- Mm… ¿Qué tal el trabajo? Vuelves tarde.
- Precisamente -me contestaste- mal porque vuelvo muy tarde. Sin embargo, ahora la tarde de mañana la tengo libre -y me besaste el hombro con la típica suavidad de tus labios-. Te llevaré a algún sitio.
Me di la vuelta y te miré con los ojos entrecerrados, ¡no podía abrirlos más!
- Ya sólo estando contigo estoy bien. Acuéstate, por favor, quiero sentir tu cuerpo contra el mío…
Y caí rendida de nuevo. Lo último que recuerdo de todo esto eres tú, cayendo por el otro lado de la cama y abrazando mi cintura. Creo que mi cerebro así se quedó tranquilo y definitivamente se desconectó.

#27

No está bien escribir teniendo tanto sueño.

Podría ahora mismo caer rendida y babear todo el papel, riendo, sonriendo y viviría feliz. Me dejo abandonar poco a poco por el sueño. Ya ni siquiera sé si sigo escribiendo, pero mi mano se mueve sola, apostaría que sí. ¿Y si estoy ya dormida y escribo todo lo que pienso? No, mi mano no se mueve tan rápido como captar un pensamiento... Pero yo ni siquiera estoy mirando y temo escribir sobre las sábanas delirios de una noche con sueño...


... Puesto que no está bien escribir teniendo tantos sueños.

lunes, 25 de agosto de 2014

#26

“Espero que no te aburra” fue lo último que recibió antes de perder la conexión.
- No -murmuró- de hecho, me parece interesante.
Se levantó de la cama y fue a mirar hacia la ventana. No sería ella la que comenzaría la guerra, pero ayudaría bastante. Apretó el puño con fuerza. Nunca supo porque había nacido con ese afán de perfección, si lo que ella quería era sembrar el caos, y ver cómo se extendía cual epidemia por la gente que veía todos los días por la calle. 
Le aterraba pensar eso, y a la misma vez, le divertía. Se descubrió varias veces a sí misma deseando su propia muerte y en general la de todo ser “humano” en la faz de la Tierra.
Incluida ella. 
Era similar a lo que pude sentir una persona cuando le das su fecha de muerte. Cuando le anuncias que sus días están contados. En realidad, los días de todos están contados. En realidad a cada segundo se va agotando el tiempo que nos mantiene vivos, pero la gente no piensa en ello. Sí, ven la muerte como algo normal, saben que está ahí y que ocurrirá, pero no es igual saber cuándo te vas a morir que vivir con la incertidumbre. Una vez más se puede demostrar que los ignorantes son los que más felizmente viven, por lo tanto los más manejables, maleables y sostenibles. Las ovejas perfectas. Las tontas del rebaño que no se enteran de absolutamente nada y que, según sus pastores, ni falta que hace.

Causar revoluciones, revueltas y revuelos innecesarios. Es suficiente así. Los humanos han nacido para manipular, mentir y ser, con todo y con ello, unos ignorantes.

domingo, 24 de agosto de 2014

#25

Tú, tú, tú, tú.
El amor es una verdad universal. La verdad es que te echo de menos. Todo el mundo entiende un adiós, pero no todo el mundo quiere comprenderlo. Yo no lo comprendo, aunque fuera yo misma quien te lo dijo.