jueves, 27 de marzo de 2014

#14

Quiero cambiar el mundo. Quiero cambiar a las personas, cómo piensan y cómo actúan, porque todo está mal. TODO ESTÁ JODIDAMENTE MAL. Yo ya no soporto más vivir aquí... ¿Por qué la gente es así? ¿Por qué se comporta de esa manera tan cruel? Yo quiero cambiar el mundo, ¿sabes? Esto es injusto, hay gente llevándose millones y millones de euros al bolsillo, y hay gente que no tiene ni para comer. Eso, ESO, ESO ES INJUSTO,
Y NADIE LO VE,
Y NADIE HABLA SOBRE ELLO
Y NADIE LE DA IMPORTANCIA.
No puedo hacer nada más que llorar de indignación. Yo ya hago lo que puedo... Ayudo a los pobres de la calle siempre que tengo dinero... Voy al mercado y les compro pan y embutido... ¿Por qué la gente no lo hace?
¿¡QUÉ LES CUESTA, DOS PUTOS EUROS DE MIERDA, GASTARLOS EN ALGUIEN QUE NO TIENE NADA PARA COMER!?
Yo no lo entiendo... Quizás soy demasiado inocente para vivir en este mundo. Las palabras que estoy escribiendo ahora mismo limitan muchísimo lo que quiero decirte. No puedo quedarme de brazos cruzados mirando como cada día muere más gente, más gente se queda en la calle sin casa, sin hogar. Y las grandes empresas, cobrando millones y millones de euros, y una persona, aprendiéndose un libro entero, que lo recite delante de una cámara, y que le den 7,000,000 euros. Y un catedrático aprendiéndose mil libros enteros, sin poder recitarlos delante de una cámara, porque nadie le escucha, no gane nada.
Eso es injusto. Pero todo el mundo lo ve normal.
La sociedad enferma. Esta puta sociedad enferma.
Quiero salir a la calle y gritar, porque ahora mismo me siento como una puta mierda.
GRITARLE A LA GENTE QUE ESTÁ VIENDO LA TELEVISIÓN EN SUS CASAS QUE EL MUNDO NO ES ASÍ. Que en el fondo, nadie es feliz... Porque a todos nos falta algo para serlo. Siempre. A unos, dinero, a otros, amor. La Naturaleza era bonita hasta que llegamos nosotros a destruirla. Y yo no sé qué hacer, porque no puedo hacer nada. Quisiera dedicar toda mi vida a cambiar el pensamiento de las personas, a enseñarles las hectáreas de bosque que se queman para poner una puta fábrica de condones.
Todos los ríos contaminados, los mares cubiertos con espuma industrializada. Odio estar así, odio pensar así. Pero ¿soy la única que se da cuenta?
No, ellos no se darán cuenta.
No lo harán.
Nunca lo harán.
Prefieren seguir viviendo en la Mentira, porque les da igual lo que le pase al vecino.


Les da todo igual...

(conversación del 2013)

martes, 25 de marzo de 2014

Akali & Shen II

Fue a recoger sus armas y salió a la terraza. Era bastante amplia. El suelo de piedra rugosa y los bancos de madera le daban un aire bastante relajado. En las paredes había macetas colgadas, con helechos y aloes, y de los respaldos de los bancos salían unas bonitas enredaderas, que se besaban entre ellas intentando trepar. Al fondo del todo había tres troncos robustos, pegados al suelo. Los dos de la izquierda tenían marcas hendidas, probablemente del hacha de Olaf. El de la derecha presentaba unas rayas más finas y cuidadas, y Akali supuso que serían de la espada de Yi. En el centro de la terraza y alrededor de una manta circular todavía reposaban los restos del incienso que utilizaba el Maestro para encontrar lo que él llamaba “paz interior”. Akali no creía en eso, había nacido entre guerras y hambre, entre continuos gritos y nerviosismo absoluto. Por lo tanto, cualquier tipo de paz para ella no existía. Sacó las armas de sus fundas, que tiró al suelo, y comenzó a rajar desesperadamente la corteza del tronco del medio, continuando las hendiduras que había hecho Olaf.
En la entrada de la terraza la miraba Taric con expresión triste. El tema de Shen había sido un mazazo para ella, pero era uno de sus mejores amigos, y sabía que era lo mejor para él. Su relación con Akali era bastante complicada, todo el mundo se lo advertía una y otra vez, pero la perseverancia de la joven parecía no tener límites.
- Al final te harás daño –murmuró. La chica vaciló un momento, antes de continuar con el “entrenamiento”, aún con más fuerza y furia-. Te harás daño, y comprenderás que no sirve de nada.
- Parece que no me conoces –Akali estaba muy molesta. Taric lo notó y suspiró, entrando en la terraza, y sentándose en uno de los bancos de madera, que crujió levemente- ¿Qué tiene ella que no tenga yo? –preguntó la ninja, antes de arremeter de nuevo contra el tronco, que amenazaba con derribarse.
A eso, Taric no supo qué responder. No creía tener la confianza suficiente con la muchacha como para decirle que Luxanna era más alta, guapa y bastante más sabia que ella. Además, futura reina de Demacia, desde el asesinato de Jarvan IV.
Al percibir el silencio sepulcral de su amigo, suspiró. Dejó caer sus armas al suelo y se sentó, apoyando la espalda en el tronco y abrazándose las piernas. Enterró parte de su rostro en ellas, mirando de reojo un caracol que en ese momento pasaba lentamente por su izquierda. Taric seguía mirándola, pensando qué decir, y ninguno de ellos escuchó entrar a Yi, descalzo y con el pelo suelto, recién salido de la ducha.
- Ahí va, me he vuelto a dejar esto aquí, espero que no os haya molestado mucho el olor… Akali, ¿te encuentras mal?
La muchacha no se movió. Se limitaba a mirar el caracol, y a pensar en Shen.

Beso

Mi corazón late con mucha fuerza.
Cierro los ojos, intento calmarlo, en vano.
No puedo moverme, parezco muerta.
Mis mejillas se tiñen amapola.
Mis labios se ensanchan sonriendo.
Mi cabeza da vueltas loca.
Me río porque sí.
Me siento, me levanto, me vuelvo a sentar.
Mi cara es un  absurdo poema,
Me tiemblan las manos.
Mi pelo baila loco con el viento.
Se me escapa una lágrima, de felicidad.
¡Por fin! Me has besado.
Ahora disfruto de tu presencia.

(escrito a finales del 2009)

lunes, 24 de marzo de 2014

Felicidad.

- Recuerda que ahora me debes un beso ¿eh?
- Sí, y tú a mí el secreto de la vida.
- ¿El secreto de la vida? ¿Quieres que te lo diga? 
- Mm, bueno, vale.
- Procura ser feliz el máximo tiempo posible.
- ¿Tú eres feliz?
- Buena pregunta. La felicidad son para mí pequeñas cosas. Las pequeñas cosas son efímeras. Entonces puedo decir que mi felicidad es efímera. Yo puedo ser muy feliz tres minutos escuchando una canción, o hablando contigo, aunque el resto del día esté cabreado. Y tú, ¿eres feliz?
- Yo... Yo hace mucho que no soy feliz. Hay pequeñas cosas en determinados momentos que me hacen feliz, pero día a día, no soy feliz. Hay personas que sí que lo son, que viven sin preocupaciones, pero para mí es imposible, siempre tengo una espina en algún sitio.

#13

- Oye.
- ¿Sí?
- Quiero que me prometas una cosa.
- Dime qué es lo que quieres que te prometa.
- Eres más viejo que yo, así que supongo que, en fin, es la vida. Tú tendrías que morir antes que yo, de forma natural. Así que si lo haces y sigues siendo tú, prométeme, que si puedes vendrás a verme como sea. Y decirme lo que ves.
- Depende. Solo te prometo eso si nos vemos antes de que me muera y me das el mejor y más apasionado beso que le has dado a nadie en tu vida.
- ¿Y si no surge la ocasión? ¡No sería mi culpa!
- Bueno, vale, hecho. Pero inténtalo ¿eh?
- Vale. Si intentas cumplir con lo tuyo, yo intentaré cumplir con lo mío.
- Vale. Hecho.
- Pero ¿para qué quieres ver mi fantasma?
- ¡Para que me cuentes qué hay allí! O qué te dicen, o qué sientes.
- Yo si puedo volver, si de verdad existe algo y puedo volver, si tengo esa opción no la escogería.
- ¡Pero...!
- A ver. Eres joven, así que aún no lo entenderías, pero algún día espero poder explicarte el por qué no volvería.
- Bueno, independientemente, nos veremos.
- Vive tu vida acorde a lo que creas correcto.
- Muy subjetivo es eso.
- Si vives como quieres, si haces lo que quieras en tu vida, si no te arrepientes de nada... ¿Para qué quieres otra vida?
- No quiero otra vida, solo quiero no desaparecer.
- A tu edad pensé lo mismo. Pensé en lo efímero que era todo. Que qué pintaba yo en el mundo.
- Sí, que todo va a seguir igual.
- Que quién me recordaría el día de mañana. De hecho lo sigo pensando. Para alguien como yo el ser ignorado es el mayor insulto del mundo. Entonces pienso en muchas cosas, en lo que quiero y en lo que tengo, en lo que podía haber sido, en qué soy. Y sabes, al final pienso que solo te recordará la gente a la que hayas marcado, a la que hayas dejado una huella. Esa gente te recordará de verdad, aunque sea brevemente. Pero realmente no lo sé. A veces me parece suficiente que me recuerde la gente que me quiere. Otras veces quiero que me recuerde todo el mundo, que todo el mundo sepa quién fui yo. Es muy confuso...

domingo, 23 de marzo de 2014

Orianna III

- Tic-tac. El tiempo corre.
Lane seguía apalancada en su silla de madera con los brazos apoyados en el escritorio, y entre ellos, los papeles que tenía que memorizar de la asignatura que más odiaba: biología, el estudio de las cosas vivas.
- ¡Orianna! Así no me ayudas -gimió.
- Lane, ¿para qué estudias? -la robot se levantó de su rincón y se asomó al escritorio por encima del hombro de la muchacha, mientras esta pensaba la respuesta cuidadosamente.
- Hombre, pues... -se recostó en el respaldo, suspirando- Para forjar mi futuro, para ser alguien cuando sea mayor, para tener algo a lo que agarrarme. No estoy segura, solo sé que si no paso los exámenes y no recibo el papel donde lo verifica, mi futuro será tan negro como el carbón, e incluso no podré trabajar.
- ¿Si no presentas un papel no puedes trabajar?
- Sí, algo parecido.
- ¿Y por qué no lo escribes tú en vez de sufrir para que te lo den?
- ¡Porque eso no puedo hacerlo! Además, para poder trabajar necesito tener conocimientos sobre los que poder trabajar ¿no? Por ejemplo, yo ahora solo tengo los conocimientos de matemáticas, física, filosofía, inglés, etcétera, que aprendo en el instituto, más los que mi padre me da sobre programación robótica y mecánica. ¡No tengo nada más! No puedo trabajar como ingeniera aeronáutica o como secretaria de un alto ejecutivo francés. Tengo que estudiar física dedicada a la aeronáutica o francés como segundo idioma para poder ejercer esas profesiones.
Orianna parecía comprender. Lane se dio la vuelta para seguir estudiando.
- Lane...
La muchacha suspiró.
- Dime.
- Entonces, ¿gastas un tercio de tu esperanza de vida estudiando para intentar encontrar un trabajo que te guste, donde aunque te guste tengas que estar haciendo lo mismo los dos tercios de tu vida restantes para obtener unos papeles de colores con números que según los datos que recojo todos los días parece que se intercambian por lo que quieras, para, finalmente, alcanzar la felicidad teniendo todo aquello que deseas, cuando eres tan mayor que lo único que te hace feliz en sentarte delante de la televisión mirando cómo pasa la vida para los demás, como un ciclo sin fin, algo que se repite una y otra vez pero con distintas circunstancias y distintos matices que, según los humanos, "hacen la vida diferente para cada persona"?